martes, 9 de septiembre de 2014

El casado casa quiere

Casa / Morada / Hogar / Lar / Vivienda / Domicilio / Domesticación


La casa es la unidad básica de la sociedad, más aún que la propia familia. Los caseríos vascos imponían su denominación a las familias que los habitaban, y no al revés.

"Morada" comparte etimología con "moral" y "costumbre" (mos-moris).

La genial casa de Francisco Ibáñez, desde 1961
La domesticación es la "doma", la conversión de lo salvaje en lo doméstico (lo propio de la domus, la casa). El hombre que vive en una casa ya es un hombre domesticado, que se atiene a las normas sociales, que entiende lo que es "mío y tuyo", y dentro de su casa entiende las diferencias entre "arriba y abajo" (espléndida serie de televisión  inglesa -de criados y señores victorianos, similar a Downton Abbey- que se puede contrastar con la visión de la vida de los vecinos en el bloque de viviendas 13 Rue del Percebe). La promiscuidad social del Antiguo Régimen fue terminándose cuando la sociedad burguesa puso a "cada uno en su sitio" (Foucault, Vigilar y Castigar), pero todavía se vivía bajo el mismo tejado en las casas de cinco plantas del ensanche, con el principal para los más ricos y las buhardillas para los más pobres. Para que terminara la división vertical de la jerarquía de los pisos y comenzara la división horizontal en la jerarquía de los barrios hubo que esperar a la electrificación, que garantizó la movilidad espacial horizontal y vertical  (tranvía y ascensor).

"Domésticos" son los "sirvientes" (la "servidumbre" o "el servicio"), esa clase especial de esclavos (servus, ancilla) "criados" en la casa del amo, que sirven a la familia del propietario (el paterfamilias) en su hogar, y a los que se trata con tanta familiaridad que se consideran "familia ancilar". Delincuencia ancilar es la que realizan, por resentimiento social, esos domésticos "criados" en casa del amo (Raúl De La Grasserie).

Casa vikinga de Fyrkat (Dinamarca)

La casa se define ancestralmente por el fuego (hogar, lar), que debe estar siempre encendido, porque cuesta trabajo encender, y sirve de alumbrado, calefacción, cocina y defensa. Tanto la tienda de campaña beduina como el megaron micénico, el comitius romano y el hall germánico son casas comunales ("la casa de todos", que es como se llama hoy a los parlamentos -en Inglaterra aún divididos por estamentos, "Casa de los Lores" y "Casa de los Comunes"-). El templo es la casa del dios. El palacio es la casa del rey (per-a, "la casa grande", dio nombre a la institución egipcia, por la que la Biblia denominó a Faraón). Las familias artistocráticas se definen como "casas". Su lugar de origen es su casa solariega o solar.

Como domicilio, su inviolabilidad se define como un derecho civil o político, de los llamados de primera generación.

Como vivienda, se define como un derecho social, de los llamados de segunda generación.

La casa de un hombre es su castillo (The little house in the praire -"La casa de la pradera", la cabaña de troncos con la que se conquistó el oeste-).

"El casado casa quiere", porque mientras esté en la casa de su padre, dependerá de él. Establecer tu propia casa te convierte en "padre" o "cabeza de familia" (paterfamilias). Para los romanos, el título de mayor rango era el de los patres o patricios. Dentro de su casa, el paterfamilias tiene pleno poder y responsabilidad (patria potestas, es juez, sacerdote, médico, suministrador de comida y vestido -administra literalmente la vida y la muerte-) sobre todos los de "su casa" (mujer -una en la monogámica Roma, en sociedades poligámicas, las que fueren-, hijos -de cualquier edad-, esclavos, siervos, criados, clientes). Tiene incluso el poder de reconocer como propio al niño nacido en su casa, levantándolo del suelo donde deben depositarlo. Si no lo hace, deben sacarlo fuera de casa, donde cualquiera puede adoptarlo, llevándoselo a su propia casa (también se adoptaban adultos, mediante una ficción jurídica).

Cuando un joven se casa y forma una nueva familia se "emancipa" (algo equivalente a manumitir un esclavo), para lo que tiene que convertirse a su vez en amo de un esclavo: la que será su mujer ("con la pata quebrada y en casa" -el espacio de la mujer, gineceo-). ¿Cómo se consigue una mujer para fundar una casa? Hay que quitársela a su amo previo, habitualmente el padre de la novia, el futuro suegro. Son muy habituales los rituales de rapto de la novia, o su equivalente: la compra. Las costumbres civilizadas implican la negociación amistosa de intercambios recíprocos de jóvenes de ambos sexos, que se intercambian entre dos "casas", de un modo idéntico a los intercambios de regalos de similar valor (o comercio) y los pactos de hospitalidad ("mi casa es tu casa") que superan el nivel biológico de las hordas y construyen las sociedades basadas en lazos políticos, no meramente sanguíneos (la costumbre de la hospitalidad, casi universal en todo tipo de sociedades, consiste en acoger en la propia casa al extraño que no se toma por enemigo, y es el origen de vínculos sociopolíticos más complejos, que permiten considerar como "semejante" al que de otra manera tomaríamos por "ajeno": "al hijo de tu vecina, sácale los mocos y métele en tu cocina"; a ello se suma el compadrazgo: la costumbre de apadrinar al hijo del amigo, y que éste apadrine al tuyo, otro vínculo social que supone una ficción biológica, un parentesco artificial). Las casas se convirtieron en algo mestizo y multicultural, por las nuevas costumbres que traen las hijas de otras familias, para escándalo de las suegras. Pero cuidado: la novia que entre en casa de su suegra "sin nada", lo pasará mal. Así se explica que culturalmente se seleccione la costumbre de la dote, con la que la novia es bien recibida en la casa de los padres de su novio.

En algunas sociedades, que la antropología cultural denomina "matrilineales" (antes, impropiamente, se denominaban "matriarcales", por oposición a las que se denominaban "patriarcales"), son los novios los que salen de la casa de su madre para entrar en la casa de la madre de su novia. Las mujeres no salen del hogar, y es en su nombre que hay que gestionar lo que en otras culturas se llama "patrimonio" (en estas ¿habría que llamarlo "matrimonio"?), o incluso lo gestionan ellas mismas, porque los hombres, con menos lazos con la casa, son más proclives a salir en expediciones y pasar largos meses fuera.

En las sociedades ganaderas nómadas, el tamaño de la casa es el de la familia extensa: un grupo de tiendas. La individualización de cada tienda permite ajustarse a la dinámica del surgimiento de nuevas unidades, y facilita la división y expansión. En las sociedades agrícolas aldeanas, la casa es más estable, pero puede ampliarse, acogiendo varias generaciones. Cuando el paisaje permite el hábitat disperso (se necesita un acceso fácil al agua) se estimula la familia nuclear.


Véase también Palacio, Asamblea-Hall, Parlamento, Templo, Castillo, Cliente-Hospitalidad, Ciudadano-Sumisión, Familia, Matriarcado-Patriarcado-Paterfamilias