martes, 17 de diciembre de 2013

De lo unitario a lo complejo, de lo integral a lo compuesto

Federalismo / Federación / Confederación / Cantonalismo
Deriva del latín foedus ("tratado"), aunque no es muy lejana la raíz germánica frid (paz)
http://www.etymonline.com/index.php?allowed_in_frame=0&search=foedus&searchmode=none
http://www.etymonline.com/index.php?allowed_in_frame=0&search=frid&searchmode=none

Los pueblos germánicos se asentaron en el Imperio romano como foederati (federados), y establecieron sus propios Estados (los reinos germánicos).

Inicialmente el término "federalismo" se vinculó, en Estados Unidos, a su utilización en la revolución americana (los partidarios de la Unión -"una unión más perfecta"- frente a los partidarios de mantener los poderes originarios en los Estados). En la Francia de mediados del siglo XIX Proudhon denominaba "federalismo" a su versión del anarquismo (un sistema político-social de asociaciones autónomas vinculadas libremente entre sí). En España, los republicanos de 1873 se dividieron en republicanos unitarios (el ala derecha) y republicanos federales (el ala izquierda). En el ámbito de los republicanos federales surgió el movimiento obrero y la revolución  cantonal.


Muchos de los Estados que se organizan territorialmente como Estados compuestos (véase autonomía) se definen como Repúblicas federales.

La identificación del Estado de las autonomías español con una federación, o con un "federalismo asimétrico" (el concepto fue utilizado por Pascual Maragall), así como la propuesta de reforma constitucional "en un sentido federal", han sido objeto de debate recurrente desde la propia redacción de la Constitución de 1978. En mi memoria tengo todavía a uno de los políticos de la Transición (quizá Fraga) diciendo algo así como que el federalismo era un muy buen procedimiento para unir lo que está separado, pero un pésimo procedimiento para evitar la separación de lo que ya está unido.

Los Estados compuestos que se han definido como "Confederación" se caracterizan por la capacidad que se reconoce a cada una de sus partes para tomar prácticamente cualquier decisión, incluso la de la secesión.

En una metáfora frutal, se puede comparar el Estado unitario con una manzana, el Estado federal con una naranja y el Estado confederal con un racimo de uvas. Savater ha propuesto una metáfora semejante (los "quesitos" divididos en porciones y envueltos individualmente).

Aquí muchos hablamos de federalismo pero no todos hablamos de lo mismo. Hay quien piensa en el federalismo en un sentido orgánico y cooperativo, muy cercano al autonomismo, simplemente para organizar un Estado compuesto y políticamente descentralizado. Los hay que defienden un Estado federal en un sentido competitivo, como una unión de territorios diversos con poderes propios que los pueden ampliar libremente dentro de un marco constitucional flexible. Finalmente, el federalismo plurinacional va más allá y contempla la soberanía concurrente de territorios nacionales con una identidad propia. Hay federalismo de arriba abajo o de abajo arriba, de devolución o de agregación, y ahora también federalismo simétrico y asimétrico. En la tercera asamblea del Partido Federal, de 1872, Salmerón y Pi y Maragall ya presentaron dos proyectos federales distintos para España: el orgánico, descentralizador, y el sinalagmático, basado en el pacto entre territorios. Y en España, además, se defiende la plurinacionalidad. ... Al final de la dictadura de Primo de Rivera, como de la de Franco, el PSOE coqueteó con el federalismo y asumió planteamientos de los nacionalismos subestatales, por un empacho de nacionalismo español de derechas. Algunos dirigentes, como Araquistáin, se proclamaban abiertamente federalistas. Pero, como en 1978, a la hora de hacer la nueva Constitución se volvió a una posición más prudente y se rechazó, junto a muchos republicanos, que la República fuera federal. Jiménez de Asúa, en la presentación del proyecto, lo justificó con tres argumentos: que el federalismo era igualitario y había demasiado desequilibrio regional, que los Estados federales conocidos se estaban centralizando, y que cómo se iba a constituir un Estado federal que ya existía. Ésto también se lo dijeron a Pi y Margall en los debates constituyentes de 1869 y 1873. Las clases políticas de entonces no veían la posibilidad de que un Estado unitario se pudiera federalizar, sino solo la federación de territorios previamente independientes. Kelsen admitía en 1925, en su Teoría General del Estado, esa posibilidad mediante la reforma constitucional, pero al parecer lo desconocían. Al final propusieron el Estado integral, un sistema abierto y gradual de autonomía regional pensando sobre todo en Cataluña. ... P - ¿Cuál es el alcance de esa  propuesta plurinacional del PSOE y de dónde viene? R- Es una propuesta de Luis Carretero y de su hijo Anselmo, durante el exilio mexicano y la transición, cuando éste era senador castellano. Besteiro y Largo Caballero ya habían reconocido la nacionalidad catalana cuando apoyaron el Estatuto de 1919. Incluso Araquistáin, en 1930, contempló su derecho de autodeterminación, como hiciera Azaña en el encuentro de intelectuales castellanos y catalanes del mismo año, aunque después se desdijo. Pero, como digo, fueron opiniones puntuales y minoritarias. Carretero plantea la fórmula de «nación de naciones» como una nación política compuesta de nacionalidades culturales. Rechazaba el Estado plurinacional porque decía que España no era Yugoslavia. En realidad, es una fórmula que compromete poco al mantener la soberanía unitaria del pueblo español, un reconocimiento más bien retórico. Podría ser una fórmula de síntesis aceptable, pero es difícil que cuaje porque para unos no dice nada y, para otros, dice demasiado. (Entrevista a Daniel Guerra, 28 de julio de 2018).

Véase también Estado, Reino, Soberanía, Soberanismo

Autonomía / Comunidad autónoma / Territorio autónomo / Autodeterminación / Autogobierno
La pretensión de regirse por normas propias. Lo opuesto es la "heteronomía" (normas ajenas).

En su aspecto individual, es un resultado del crecimiento o desarrollo individual o personal, que comienza con el nacimiento, sigue en la infancia y adolescencia y culminaría en la madurez (la psicología evolutiva lo tiene como campo de estudio). Como quiera que el hombre es un animal social (o animal político), en realidad las normas que se creen propias son la interiorización de normas externas, impuestas o implantadas por el grupo social con el que el individuo se identifica.

En su aspecto grupal, puede entenderse como la pretensión de un grupo de regirse por normas propias. Kant definió la Ilustración como "la salida del hombre de su autoculpable minoría de edad". Entender que las normas políticas y sociales son fruto de la "voluntad general", en expresión de Rousseau, hace de la sociedad entera la responsable de darse a sí misma las normas. El "cuerpo político" sería así autónomo (si esto le desvincula de unas normas más elevadas, impuestas por Dios o la  Naturaleza es otro problema). ¿Puede parcelarse el cuerpo político en partes autónomas, que sigan sus propias normas?  No según Cicerón o los jacobinos. Sí según los particularistas, los federalistas o los girondinos.

La denominación "territorio autónomo" se ha venido dando a muy distintas conformaciones territoriales: partes de imperios coloniales, partes de federaciones o incluso los territorios de Palestina administrados por la Autoridad Nacional Palestina (antes denominados "territorios ocupados").

La denominación del modelo territorial del Estado en España es "Estado de las autonomías", y ha sido objeto de debates políticos desde la redacción de la Constitución de 1978 hasta la actualidad. La literalidad del texto constitucional identifica el concepto de "autonomía" con el de un "autogobierno" entendido como "gestión" de los "intererses" propios.

La Constitución se fundamenta en la indisoluble unidad de la Nación española, patria común e indivisible de todos los españoles, y reconoce y garantiza el derecho a la autonomía de las nacionalidades y regiones que la integran y la solidaridad entre todas ellas -art. 2- En el ejercicio del derecho a la autonomía reconocido en el artículo 2 de la Constitución, las provincias limítrofes con características históricas, culturales y económicas comunes, los territorios insulares y las provincias con entidad regional histórica podrán acceder a su autogobierno y constituirse en Comunidades Autónomas con arreglo a lo previsto en este Título y en los respectivos Estatutos -art. 143- El Estado se organiza territorialmente en municipios, en provincias y en las Comunidades Autónomas que se constituyan. Todas estas entidades gozan de autonomía para la gestión de sus respectivos intereses -art. 137-

La Constitución de 1931 (Segunda República) utilizaba la expresión "Estado integral" para un modelo muy similar. El Estado de las Autonomías podría entenderse como un Estado unitario, pero descentralizado (lo que en otros países se denomina "Estado regional"). No obstante, de hecho, las competencias que ejercen las comunidades autónomas son similares a las de los Estados federados en los modelos territoriales que se consideran Estados federales, y la "asimetría" entre ellas (comunidades de "régimen común" y de "régimen foral", "territorios con lengua propia", diferentes vías constitucionales para el acceso a la autonomía, consideración constitucional de "nacionalidades históricas", "hechos diferenciales"), sumada a la vocación "soberanista" de los movimientos nacionalistas dominantes en varias de ellas, las hacen similares incluso a las partes que integran Confederaciones (Estados confederales). Tanto federaciones como confederaciones están clasificados como Estados complejos o Estados compuestos.
http://es.wikipedia.org/wiki/Forma_de_Estado

El "derecho a la autodeterminación" o "libre determinación" sería un derecho colectivo cuyo sujeto son "los pueblos" y que está reconocido como "principio" en la Carta de las Naciones Unidas de 1944 (art. 1: Fomentar entre las naciones relaciones de amistad basadas en el respeto al principio de la igualdad de derechos y al de la libre determinación de los pueblos), no aparece en la Declaración Universal de Derechos Humanos (Asamblea General de las Naciones Unidas, 1948), pero sí, como "derecho", en el Pacto Internacional de Derechos Civiles y Políticos (Asamblea General de las Naciones Unidas, 1966) y en la Declaración Universal de Derechos de los Pueblos (o "Carta de Argel", de 1976, elaborada por "representantes de movimientos de liberación de casi todos los pueblos oprimidos del mundo -la mayoría de ellos por sus propios gobiernos- y juristas de distintas nacionalidades"; no debe confundirse con la Declaración de las Naciones Unidas sobre
los derechos de los pueblos indígenas de 2007). Su contexto puede interpretarse como restringido a los territorios sometidos a procesos de descolonización.
PIDCP, art. 1: Todos los pueblos tienen el derecho de libre determinación. En virtud de este derecho establecen libremente su condición política y proveen asimismo a su desarrollo económico, social y cultural. Para el logro de sus fines, todos los pueblos pueden disponer libremente de sus riquezas y recursos naturales, sin perjuicio de las obligaciones que derivan de la cooperación económica internacional basada en el principio del beneficio recíproco, así como del derecho internacional. En ningún caso podrá privarse a un pueblo de sus propios medios de subsistencia. Los Estados Partes en el presente Pacto, incluso los que tienen la responsabilidad de administrar territorios no autónomos y territorios en fideicomiso, promoverán el ejercicio del derecho de libre determinación, y respetarán este derecho de conformidad con las disposiciones de la Carta de las Naciones Unidas.
DUDP, sección II arts 5-7 Todo pueblo tiene el derecho imprescriptible e inalienable a la autodeterminación. Él determina su status político con toda libertad y sin ninguna injerencia exterior. Todo pueblo tiene el derecho de liberarse de toda dominación colonial o extranjera directa o indirecta y de todos los regímenes racistas. Todo pueblo tiene derecho a un régimen democrático que represente al conjunto de los ciudadanos, sin distinción de raza, sexo, creencia o color, y capaz de asegurar el respeto efectivo de los derechos del hombre y de las libertades fundamentales para todos.

Informe "de 210 páginas" de Margallo para ser utilizado como argumentario por el servicio exterior español:
El principio de integridad territorial del Estado constituye un elemento básico del Derecho Internacional. El derecho de autodeterminación de los pueblos solo está permitido cuando se den unos supuestos muy precisos: antiguas colonias, pueblos oprimidos y violaciones masivas y flagrantes de los derechos humanos. Ante estas prescripciones, los separatistas intentan presentar a España como un país colonial y totalitario, que solo por la fuerza mantiene prisioneros a algunos de sus ciudadanos. Solo si se persuade a la sociedad internacional de que esa es la verdadera realidad de España podrá, a su juicio, lograrse la autodeterminación conforme a derecho.

Esta línea argumental se apoya en la tradición más firme (y "realista") de las relaciones internacionales desde al menos la Paz de Westfalia, pero especialmente en la interpretación que las resoluciones de las Naciones Unidas vienen haciendo del derecho de autodeterminación, particularmente de la  resolución 2625 de la Asamblea General de las Naciones Unidas, de 1970: Ninguna de las disposiciones de los párrafos precedentes se entenderá en el sentido de que autoriza o fomenta cualquier acción encaminada a quebrantar o menospreciar, total o parcialmente, la integridad territorial de Estados soberanos e independientes que se conduzcan de conformidad con el principio de la igualdad de derechos y de la libre determinación de los pueblos antes descritos y estén, por tanto dotados de un gobierno que represente a la totalidad del pueblo perteneciente al territorio, sin distinción por motivo de raza, credo o color. Estos son los "párrafos precedentes", referidos claramente a pueblos colonizados: El establecimiento de un Estado soberano e independiente, la libre asociación o integración con un Estado independiente o la adquisición de cualquier otra condición política libremente decidida por un pueblo constituyen formas del ejercicio del derecho de libre determinación de ese pueblo. Todo Estado tiene el deber de abstenerse de recurrir a cualquier medida de fuerza que prive a los pueblos antes aludidos en la formulación de presente principio de su derecho a la libre determinación y a la libertad y a la independencia. En los actos que realicen y en la resistencia que opongan contra esas medidas de fuerza con el fin de ejercer su derecho a la libre determinación, tales pueblos podrán pedir y recibir apoyo de conformidad con los propósitos y principios de la Carta de las Naciones Unidas. El territorio de una colonia u otro territorio no autónomo tiene, en virtud de la Carta de las Naciones Unidas, una condición jurídica distinta  y separada de la del territorio del Estado que lo administra, y esa condición jurídica distinta y separada conforme a la Carta existirá hasta que el pueblo de la colonia o territorio no autónomo haya ejercido su derecho de libre determinación de conformidad con la Carta y, en particular, con sus propósitos y principios.
Es de notar que, para intensificar la contundencia de estos argumentos en beneficio de cada una de las perspectivas, se omitan una u otra de sus partes (aquí por ejemplo).

La discussion sur les frontières ne doit pas être exclue a priori, mais elle doit se faire dans le cadre de l’Etat de droit et sur la base du double principe de l’autodétermination et du développement équitable et équilibré des régions concernées (ce qui peut exclure la sécession des plus riches (Thomas Piketty, Le Monde, 9 de agosto de 2022)

Véase también Autogestión, Norma, Estado libre asociado, Federalismo, Territorio, Colonia, Pueblo

domingo, 15 de diciembre de 2013

Esto es lo que hay


Estado / Razón de Estado / Estado-nación / Estado moderno / Estado liberal / Estado mínimo / Minarquía / Estado de derecho / Estado social / Estado del bienestar / Estadista / Establishment
Paleta de Narmer

Es el complejo institucional mediante el que se ejerce el poder político, o monopolio de la violencia, en una sociedad compleja. El Estado es aquella comunidad humana que dentro de un determinado territorio reivindica para sí con éxito el monopolio jurídico de la violencia física legítima (Max Weber, La política como vocación, 1919, citado aquí).

Nace con la historia, los impuestos, los palacios y los templos, las grandes obras colectivas, las fronteras... Surgió en cada zona del mundo de forma endógena cuando el nivel de desarrollo socioeconómico lo demandaba, o se extendió a zonas limítrofes como resultado de distintas formas de difusión, como la emulación, o la conquista: en las ciudades-Estado sumerias, extendiéndose a todo el Próximo Oriente antiguo, creándose un modelo especialmente acabado en Egipto; en el valle del Indo, en China, en el Mediterráneo (ciudades cretenses y micénicas, ciudades etruscas, Tartessos), en las civilizaciones precolombinas americanas...

Se ha discutido historiográficamente (Bartolomé Clavero, Tantas personas como Estados) si los Estados-nación construidos sobre los conjuntos territoriales ("mis Estados") de las monarquías autoritarias del Antiguo Régimen eran o no Estados strictu sensu. No lo eran si para ser así calificados debieran cumplir las pretensiones centralizadoras de la monarquía absoluta o Estado absoluto, identificado con el soberano (L'État, c'est moi -"el Estado soy yo"-), que procura establecer una relación directa entre monarca y súbditos, sin "cuerpos intermedios". Tal ideal sí que estuvo en condiciones de ser cumplido por los Estados liberales construidos en el Nuevo Régimen. En la concepción contemporánea Estado se opone a individuo. El liberalismo estricto pretende el Estado mínimo o minarquía (en términos radicales se habla de "libertarianismo" -no confundir con el libertarismo-), en el que su intervención se limite a la seguridad exterior y exterior (ejército, policía, administración de justicia). Más fortuna tuvo el concepto de "Estado de derecho", el que se obliga a cumplir sus propias leyes, incluso contra su propio interés o "razón de Estado" (concepto originado el la obra de Maquiavelo), y que se identifica con la garantía de la libertad individual y con el principio de seguridad jurídica. No obstante, la historia del Estado contemporáneo no significó una reducción de su peso en la sociedad y la economía, sino todo lo contrario: los conceptos de Estado social y Estado del bienestar, originados en la Alemania de Bismark (1871) y de Weimar (1919), en la acogida a los soldados de las Guerras Mundiales (1918 y 1945, laborismo británico) y en el New Deal estadounidense (1933). La división del mundo en bloques durante la Guerra Fría impulsó el desarrollo de este "Estado providencia" que en las democracias occidentales suministraba educación, sanidad y pensiones de jubilación y desempleo, compensando las desigualdades sociales y económicas gracias a fuertes impuestos progresivos y al intervencionismo económico, que no se limitaba a la regulación, sino que incluía un gran sector público, incluyendo la nacionalización de algunos sectores considerados estratégicos. Algunos politólogos, como Maurice Duverger, creían en los años setenta del siglo XX que los sistemas capitalista y comunista estaban convergiendo en un sistema mixto (confiando en que el bloque soviético se "desestalinizaría" paulatinamente y respetara los derechos humanos). La caída del muro de Berlín (1989) llevó a un proceso de globalización en que las "conquistas sociales" que definían el Estado del bienestar en los "países desarrollados" (Norteamérica, Europa occidental y Japón) contrastan con la desregulación y bajos costes laborales propios de los "países emergentes" antes subdesarrollados. Especialmente desde la crisis de 2008 se han "recortado" de modo sustancial.

La palabra tiene una etimología que la relaciona con la estabilidad y la permanencia (también con la inevitabilidad, el fatalismo y el conformismo). En castellano "Estado" con mayúscula es un término con significado político (es curioso que tal privilegio no lo tenga "república" o "monarquía", pero sí "Dios"). Cuando se utiliza con minúscula (como en "estado de la materia" o incluso en , "debate del estado de la nación") es equivalente a "situación" (cada uno de los sucesivos modos de ser o estar en que se encuentra alguien o algo -DRAE-, que también tiene uso sociopolítico -"clase", "condición", "estamento", "estado civil"-), o también a "lo que es", "lo existente", "lo que hay", que permite entender la naturaleza conformista de la aceptación del Estado por la sociedad (consenso manufacturado, mayoría silenciosa, franquismo sociológico). En inglés hay una expresión (the powers that be, "los poderes que existen", derivada de la traducción de la Biblia) que tiene una resonancia muy particular al respecto; y un término (establishment, derivado de la calificación de la Iglesia de Inglaterra: established by law, "establecida por ley") que se aplica a lo que posteriormente se denominó the system ("el sistema"): esa superestructura inmutable, que oprime al pueblo en beneficio de una élite multinacional de aristócratas y millonarios, a veces pública y a veces oculta (criptarquía). El que se denomine real estates a las propiedades inmobiliarias es muy significativo.
http://es.wikipedia.org/wiki/The_powers_that_be
http://es.wikipedia.org/wiki/Establishment

El llamado "principio de nacionalidad" pretende que la única manera estable de relacionar los términos "nación" y "Estado" es la identificación (a cada nación su Estado). Esa fue la pretensión de los "Catorce puntos de Wilson" con los que se quería terminar con las guerras en 1918. Su aplicación a lo largo del periodo de entreguerras fue una de las razones que llevaron a la Segunda Guerra Mundial. El Imperio austrohúngaro, una "dúplice monarquía", explícitamente multinacional, era calificado por los que querían su destrucción como "cárcel de naciones". Medio siglo antes de eso, se había impuesto en la unificación alemana la tesis prusiano-bismarkiana de la "pequeña alemania" (sin Austria) frente a la "gran Alemania" (que la hubiera incluido). El mismo principio de nacionalidad también se ha aplicado, en distintos contextos históricos, para privar de la ciudadanía de un Estado a los "no nacionales", sea cual sea el criterio que se emplee para definir la nación (raza, lengua, religión). Pilsudski, dictador polaco del periodo de entreguerras, tenía muy claro que "es el Estado el que hace a la nación, y no la nación al Estado").

Al político que tiene "visión de Estado" se le denomina "estadista". La diferencia entre un estadista y un político es que éste piensa en las próximas elecciones y aquél en las próximas generaciones. El "cortoplacismo" suele entenderse como un vicio vinculado a la forma de hacer política a través de las encuestas.

De Fraga se decía que "le cabía el Estado en la cabeza".

Los terroristas de las Brigadas Rojas que secuestraron y asesinaron al presidente de la República italiana, Aldo Moro, le llamaron "siervo del Estado".

A diferencia del pueblo, la nación no es una entidad natural sino una entidad creada por la historia, que desde la esfera natural ha ascendido a la de la cultura, a la capacidad de determinar su existencia y de crear su futuro. Es decir, la nación es el resultado del ascenso de un pueblo desde la inconsciencia histórica a la conciencia histórica, desde la necesidad a la autodeterminación, desde la actuación por causas a la actuación por motivos y con arreglo afines planeados. Al revés que el Estado, la nación no está necesariamente vinculada a un territorio, aunque ciertamente, pueda estarlo, no es una entidad territorial, sino personal. Al Estado le es inherente la soberanía, la coerción externa; a la nación -que es un orden constituido por participación, que es una comunitas y no una societas- le es inherente la autodeterminación (García Pelayo, citado por Calduch).

Calduch, R.- Relaciones Internacionales.- Edit. Ediciones Ciencias Sociales. Madrid, 1991
Capítulo 6. El Estado, el Pueblo y la Nación.
1. El estado como actor internacional: una aproximación critica alconce pto.
2. Los conceptos de Pueblo y Nación.
3. La relación entre el Pueblo, la Nación y el Estado.
4. Elementos fundamentales del Estado. (.. existen una serie de elementos básicos que caracterizan al Estado y nos permiten diferenciarlo de otros actores internacionales ... : 1. Elementos materiales o sociológicos a) Una población. b) Un territorio definido. c) Una organización político-económica. 2. Elementos formales o jurídicos a) La soberanía estatal. b) El reconocimiento como sujeto internacional.)


Véase también Forma de Gobierno-Forma de Estado, Jefatura de Estado, Comunidad política-Polis-Ciudad-Estado, Soberanía, Independencia, Poder-Separación de poderes, Economía y política, Tercer Estado, Encuesta, Fin y medios-Maquiavelismo, Institución


Estado autonómico > Autonomía

Estado complejo > Federación

Estado compuesto > Federación

Estado de naturaleza > Colaboración-Competencia

Estado federado > Federación

Estado integral > Autonomía

Estado libre asociado
Calificación del estatus político de Puerto Rico en Estados Unidos. Se utilizó para evitar las calificaciones de "colonia" o de "territorio" (Estados Unidos es "anticolonialista", y los territorios se habían convertido en Estados de pleno derecho dentro de la Unión).

En España El "Plan Ibarreche" (impulsado por los nacionalistas vascos) pretendía la aplicación de esa figura para establecer un nuevo estatus del País Vasco. El "plan" fue presentado al Congreso y rechazado, y el País Vasco continúa con el estatus de comunidad autónoma de régimen foral dentro del "Estado de las autonomías".

Véase también Estado, Autonomía

Estados Unidos > Americano

Estadounidense > Americano

Estado unitario
Véase también Autonomía, Federación

Estamento
División social, particularmente la propia del Antiguo Régimen, basada en los privilegios y que se establece por el nacimiento. También llamada "estado".

Véase también Antiguo Régimen, Sociedad, Igualdad-Privilegio, Nobleza, Clero, Tercer estado
https://es.wikipedia.org/wiki/Estamento

viernes, 6 de diciembre de 2013

Niké, la de muchos padres

Vencedor / Victoria / Triunfo / Triunfador / Ganador / Derrota / Derrotado / Perdedor / Winner / Loser
El que se impone en el poder. El que gana una guerra. El que da un exitoso golpe de Estado. El encumbrado por una revolución. El candidato elegido en unas elecciones. El que, habiéndolo conseguido (cualquiera de esas cosas, o cosas similares) en mayor o en menor parte, presume y se vanagloria (vana gloria). El que se conforma con su parte. Todos.

En casos dudosos (y hasta en muchos que no lo son), recuérdese que un padre prudente siempre reconoce como propios a los hijos de su mujer.

El vítor usado tradicionalmente en Salamanca
para vitorear a los que obtenían el doctorado
Niké-Victoria, la alada imagen del triunfo en el séquito de Zeus, era hija de Palas (el enigmático alter ego de Atenea) y Estigia (el curso de agua que comenzaba en la Arcadia y terminaba en el Hades) y hermana de Cratos, Bía y Zelo (en su versión griega) o de Potestas, Vis e Invidia (en su versión latina). El triunfo (que denomina a una importante institución romana) es más público, se vincula al honor y a la pregonera Fama, "tiene muchos padres", mientras que la derrota es huérfana. Su manipulador hermano Cratos y su violenta hermana Bía, actúan discreta y resolutivamente, como cuando ayudaron a Hefaistos a encadenar a Prometeo (véase Power to the people).

Las categorías Winner ("ganador") y Loser ("perdedor") son fundamentales para la sociedad y política estadounidenses, y se derivan de la ética del trabajo de origen calvinista (predestinación -el estudio clásico es el de Max Weber, Die protestantische Ethik und der 'Geist' des Kapitalismus, "La ética protestante y el espíritu de capitalismo").

Mientras que en un sistema mayoritario winner takes it all ("el vencedor se lo lleva todo"), a veces hasta los despojos del vencido (spoil system en los Estados Unidos jeffersonianos, caciquismo en la España de la Restauración); en un sistema proporcional es muy habitual que todos los partidos se declaren satisfechos tras unas elecciones. Todos los candidatos elegidos han vencido; obviamente, no sólo los cabezas de lista de los partidos mayoritarios y de los más importantes partidos minoritarios, que ya partían en casi segura posición de victoria, sino incluso el candidato de cada lista que ha sido elegido en último lugar, minentras que el candidato que se ha quedado a las puertas, aunque sea de la lista más votada, ha sido derrotado. Un partido que obtiene mayoría absoluta, ha vencido sin duda alguna ("Dadme una mayoría absoluta y os daré una España más justa" era el slogan de Gil Robles en 1934). Menor grado de victoria tiene el que alcanza "mayoría suficiente" (concepto importado a España por Manuel Fraga) pero no absoluta, pues depende de equilibrios parlamentarios con otras fuerzas políticas (en realidad, incluso el que alcanza la mayoría absoluta depende de semejantes equilibrios, pero con las facciones de su propia fuerza política). El partido que ha obtenido una mayoría relativa, pero que ha demostrado ser no suficiente para gobernar (por la imposibilidad de concitar el acuerdo de otros), puede ver cómo son otros partidos, con menor número de votos cada uno de ellos, los que llegan al poder mediante una coalición. Los partidos bisagra, aunque sean muy minoritarios, en una situación de ausencia de mayorías absolutas siempre están en condiciones de imponer su voluntad (por tanto son los que más poder ejercen o pueden ejercer).

Se cuenta del que tiene fama de ser el político más discreto y hábil de la transición, el gallego Pío Cabanillas, que en una noche electoral preguntó "¿Quiénes hemos ganado?".

Véase también Honor, Poder, Guerra, Golpe de Estado, Revolución, Elecciones, Jeffersonianos, Mayoría-Minoría, Coalición, Partido bisagra.
http://es.wikipedia.org/wiki/Vitorear
http://es.wikipedia.org/wiki/V%C3%ADtor_(s%C3%ADmbolo)
http://es.wikipedia.org/wiki/Iconograf%C3%ADa#Personalizaci.C3.B3n_de_principios_abstractos

lunes, 2 de diciembre de 2013

De la Arcadia feliz a la prostituta de Babilonia - Ciudad ideal, utopía y distopía


Campo / Ciudad / Urbano / Rural / Rústico / Babilonia / Arcadia / Ciudad ideal / Utopía / Distopía
Casa de los Salvajes, Úbeda
(el cartelito, no sé si huelga decirlo, no es del siglo XVI)

Oposición intrínseca de los sentimientos encontrados (atracción y rechazo) que suscita la comparación intelectualizada de la sociedad compleja de las ciudades (la civilización) con la simplicidad de la "vida retirada" en el campo y la convivencia en reducidos grupos (pueblos o aldeas). Es visible desde el comienzo de la literatura: en la Biblia, en Anacreonte, en Horacio. Éste expresó en palabras que se convirtieron en tópicos la duplicidad de sentimientos que la élite culta urbanita tiene por lo vulgar, por lo iletrado y por lo rural ( Beatus ille / odi profanum vulgus ).

El desprecio de los patriarcas nómadas del Antiguo Testamento hacia la vida urbana cosmopolita se reflejó en el mito de la Torre de Babel, prolongado hasta el último libro de la Biblia (la "prostituta de Babilonia" del Apocalipsis, utilizada por Juan como una metáfora de Roma y por Lutero para lo mismo, pero en otro contexto histórico). Para un nómada como Abraham, la sofisticada ciudad de la que huye (en su caso, la mesopotámica Ur) tiene un irresistible atractivo, que equipara al vicio y al pecado, y convierte en sinónimo de promiscuidad, degeneración y afeminamiento, merecedor de el más terrible castigo (como verá la familia de Lot en Sodoma y Gomorra). Los profetas repetirán incansablemente sus "jeremiadas" frente a la corrupción de las ciudades propias o ajenas. El virtuoso, que aspira a ser justo y santo, debería renunciar a todo lo superfluo, y conformarse con vivir ascéticamente en el desierto, en una tienda o en una cueva, comer frugalmente alimentos sencillos y limitar el sexo a las necesidades de la reproducción dentro del matrimonio. También sus aspiraciones políticas, sociales y económicas deben refrenarse: obedecer acríticamente las órdenes paternas y desconfiar de cualquier forma de enriquecimiento que no provenga de la imprevisible naturaleza, a veces fecunda, a veces estéril o incluso catastrófica, pero a la que no se debe pedir cuentas (Job). Frente al extranjero, mantener las leyes de la hospitalidad, pero estar dispuesto a la máxima violencia, incluso a su exterminio: no hay que olvidar que sigue llevando la marca de Caín (el agricultor), el que mató a Abel (el ganadero).

La ruralizada Edad Media convirtió al rústico en alguien del que burlarse, pero también al que temer, si se revuelve (de furorem rusticorum libera nos Domine). La búsqueda de Arcadias felices, alejadas de los enojosos negocios cortesanos, se dio incluso en las pequeñas dimensiones de la capital del reino altomedieval de León, cuyos reyes, cuando querían ausentarse, "estaban en Babia".

Tras los primeros diseños renacentistas de ciudades ideales, Tomás Moro, Campanella y otros humanistas acuñaron el género de la Utopía; y con la Reforma comenzó la experimentación política de los ideales, con terribles resultados (anabaptistas). En el siglo XIX le llegó su turno al llamado socialismo utópico y las comunas. La contemplación de la experimentación utópica totalitaria en la Europa de entreguerras llevó a Aldoux Huxley (Brave New World) y a George Orwell (Animal Farm y 1984) a reflejarlas en magníficas distopías.

https://es.wikipedia.org/wiki/Pueblo_(poblaci%C3%B3n_rural)
http://es.wikipedia.org/wiki/Ciudad_ideal
Véase también Civilización, barbarie y salvajismo-Buen Salvaje

domingo, 1 de diciembre de 2013

Aislacionismo o intervencionismo en política exterior

Desde sus inicios, la política exterior de Estados Unidos osciló entre el aislacionismo (desentenderse de los conflictos mundiales) y el compromiso con determinados valores o aliazas, lo que implica el intervencionismo. Al igual que en otras revoluciones (la francesa y la rusa), la revolución americana se enfrentó a la necesidad de optar por desarrollar su ideario "en un solo país" o una "revolución permanente" expansionista que produzca el "contagio revolucionario". Cada una de las tendencias políticas que se disputaban la primacía en cada uno de los procesos revolucionarios optaron por salidas opuestas (jacobinos y girondinos, estalinistas y trotskistas).


La postura de las distintas tradiciones políticas estadounidenses se han denominado a partir de distintos presidentes (Hamilton, Wilson, Jefferson y Jackson). La tardía entrada de Estados Unidos en las guerras mundiales respondió a fuertes debates internos sobre la conveniencia o no de hacerlo, hasta que se impuso la postura intervencionista preconizada por los presidentes Woodrow Wilson y Franklin D. Roosevelt respectivamente (previamente, otro Roosevelt -Teddy-, también había impuesto su postura intervencionista, en este caso en la Guerra de Cuba).

Los Hamiltonianos comparten con el primer secretario del Tesoro la creencia en que un gobierno nacional fuerte y un ejército sólido pueden y deben promover el desarrollo económico y los intereses empresariales americanos, tanto dentro como fuera de sus fronteras. Los partidarios de Wilson están de acuerdo con los Hamiltonianos en la necesidad de una política exterior global, pero ven la promoción de la democracia y los derechos humanos como las prioridades de una gran estrategia exterior americana. Los Jeffersionianos no están de acuerdo con este consenso globalista: quieren que los EEUU minimicen sus compromisos y, en la medida de lo posible, desmantelar el estado de seguridad nacional. Los seguidores de Jackson son los espectadores de las noticias de la Fox de hoy en día. Populistas que sospechan de los contactos empresariales de los Hamiltonianos, del buenismo de los Wilsonianos y de la debilidad de los Jeffersonianos. (The Cartes syndrome, citado en El poder blando )
Véase también Jeffersoniano, Jacksoniano, Jacobino, Girondino, Estalinista, Trotskista


Mientras que el Antiguo Egipto fue la mayor parte de su historia una potencia aislacionista; Roma o el Imperio persa fueron estados expansivos. China y Japón, las dos grandes civilizaciones del Extremo Oriente, se caracterizaron a lo largo de su historia por su aislacionismo. La perspectiva sinocentrista significaba un desprecio por todo lo extranjero, ante lo que no cabía expansión, sino contención (la política de la Gran Muralla). Cuando hubo la posibilidad de convertir a China en la protagonista de la era de los descubrimientos, se optó conscientemente por renunciar a ello. Se ha procurado encontrar explicaciones a ello desde las dinámicas socioeconómicas internas. La opción por un cierre total a toda influencia extranjera fue adoptada por Japón en el siglo XVI (en realidad se mantenía una mínima relación con comerciantes holandeses, y se admitía la introducción de dos artículos muy significativos: armas y libros).


Por su lado, Inglaterra también se enfrentó a un dilema similar. Tras la evacuación romana, los britanos se vieron enfrentados a la posibilidad de invasiones, primero la anglosajona (que se convirtió en la base mayoritaria de la población) y luego la constante amenaza de los norseman (daneses, vikingos o normandos), que terminaron por imponerse en 1066. Desde entonces no se han producido invasiones, pero sí amenazas serias (Felipe II -Armada Invencible-, Napoleón y Hitler). Desde su relativa seguridad y el dominio marítimo, Inglaterra jugó a mantener el equilibrio europeo en el continente, entendiendo que su interés es incompatible con el establecimiento de ninguna hegemonía (fuera española, francesa o alemana). En general, los asuntos europeos se ven con escepticismo (actualmente, con "euroescepticismo") desde una perspectiva que en el siglo XIX se bautizó como splendid isolation (splendide isolement, espléndido aislamiento):. Un titular periodístico de la época lo reflejaba con nitidez, ante un hecho banal: Tormenta sobre el Canal - El continente, aislado.

La política exterior española se enfrentó a ese dilema a comienzos del siglo XVI, terminada la Reconquista, y tras una Baja Edad Media en la que la Corona de Aragón se había expandido por el Mediterráneo y la de Castilla por el Atlántico. La política de los Reyes Católicos había insertado a su Monarquía en el ámbito de las relaciones internacionales de Europa occidental. Las Cortes de Castilla mostraron su recelo ante Carlos I, un joven rey extranjero, con pretensiones de iniciar una monarquía universal; el resultado fue la revuelta de las Comunidades, cuya derrota coincidió con la mayor expansión imperial de la historia del mundo. La decadencia española no significó una retirada del primer plano internacional, y España siguió siendo un agente de primer orden hasta el Congreso de Viena (1814). La marginación de España en aquella ocasión se debió en gran parte a la abrupta forma en que terminó la Guerra de Independencia, con una paz por separado que defraudó a los enemigos de Napoleón y no obtuvo más beneficio que la "liberación" de Fernando VII el Deseado. Sumida en sus propios enfrentamientos civiles, España no participó en ninguna de las guerras europeas a partir de entonces. La neutralidad en la Primera Guerra Mundial produjo crecimiento económico y desequilibrios sociales. La alineación de Franco con las potencias del Eje fue gestionada de manera lo suficientemente precavida (neutralidad benévola, División Azul, equilibrio entre las "familias del franquismo" en perjuicio de los "azules") como para no comprometerse en exceso y evitar compartir su caída, pero le costó un severo aislamiento internacional, agravado por la autarquía, del que sólo se salió penosamente a través de la firma de una alianza asimétrica con Estados Unidos y la apertura a Europa en forma de turismo y emigración. Durante la Transición, hasta la dimisión de Suárez (1981) no se planteó la entrada en la OTAN, que una vez efectuada, se demostró irreversible (Felipe González, que hizo campaña en contra y prometió un referéndum, pasó a hacer campaña a favor, consiguiendo la permanencia). La entrada en las Comunidades Europeas (1986) culminó la equiparación de España con el resto de las democracias occidentales.



Jeffersoniano / Democracia jeffersoniana


Jeffersoniano / Democracia jeffersoniana
Fue una de las dos tendencias, clubes o movimientos políticos de Estados Unidos de la última década del siglo XVIII y las tres primeras décadas del siglo XIX, identificable con el Partido Democrático-Republicano (Democratic-Republican Party), fundado por Jefferson, y que se alternaba en el poder con el Partido Federalista (Federalist Party), fundado por Alexander Hamilton, en lo que se conoce con el nombre de "primer sistema de partidos" (First Party System). Ideológicamente toma la república como forma de gobierno entendida como igualdad de oportunidades políticas, idealizando el modelo social del "granjero libre", "plantador" o "gente de las llanuras" (yeoman farmer, planters, plain folk). Su oponente político-social era el elitismo aristocrático de comerciantes e industriales; así como los trabajadores industriales. Lógicamente, también eran completamente opuestos a los partidarios del antiguo sistema de gobierno británico, idealizando sus pretendidos defectos (privilegios, corrupción, elitismo) contra las pretendidas virtudes republicanas (compromiso cívico). La división de ambos partidos ante la opinión pública quedó evidenciada por la oposición de los jeffersonianos al Tratado de Amistad, Comercio y Navegación con los ingleses (llamado "Tratado Jay" de 1795), impulsado por Hamilton y que enfureció a los franceses, lo que llevó en 1797 al "Affaire XYZ" (aprovechado mediáticamente para cambiar la opinión pública de francófila a francófoba).

En el periodo siguiente (décadas centrales del siglo XIX), dividido en facciones el partido Democrático-Republicano, la alternancia política fue protagonizada por jacksonianos y whigs (segundo sistema de partidos).

Véase también Jacobinismo, Jacksoniano, Hamiltoniano-Wilsoniano

https://en.wikipedia.org/wiki/Jeffersonian_democracy
https://es.wikipedia.org/wiki/Yeoman
https://en.wikipedia.org/wiki/Jay_Treaty
https://en.wikipedia.org/wiki/XYZ_Affair
https://en.wikipedia.org/wiki/Plain_folks

Jacksoniano / Democracia jacksoniana


Jacksoniano / Democracia jacksoniana

Es un movimiento político que formó parte del llamado "segundo sistema de partidos" (Second Party System) de mediados del siglo XIX en  Estados Unidos, sucediendo al jeffersoniano. Se caracterizó por su búsqueda de una mayor profundidad de la democracia. Al faccionalizarse el Partido Democrático-Republicano de Jefferson en la década de 1820, los partidarios de Andrew Jackson formaron el Partido Demócrata (Democratic Party). Sus oponentes eran conocidos como Whigs (la misma denominación del partido político británico que suele identificarse con la denominación "liberal" en castallano). En todo el periodo siguiente, entre 1828 (elección como presidente de Jackson) y 1854, los jacksonianos se caracterizaron por su pretensión de superar la llamada "democracia jeffersoniana" con la llamada "democracia jacksoniana", a través de políticas igualitaristas que acabaran con lo que consideraban la monopolización del gobierno por las élites. Aunque los jeffersonianos se oponían a las élites hereditarias (la aristocracia o nobleza hereditaria), pero favorecían a las élites ilustradas. Los jacksonianos se oponían a dar ninguna preferencia a un ciudadano en función de su educación. Los Whigs continuaron la política jeffersoniana de promover las instituciones educativas (schools, colleges). Durante la era jacksoniana, el sufragio se extendió a la práctica totalidad de los varones adultos blancos.
En contraste con la era jeffersoniana, la jacksoniana promovió la fortaleza de la institución presidencial y del poder ejecutivo en perjuicio del legislativo (el Congreso), al tiempo que promovía la extensión de la participacipación pública en el gobierno. Exigieron que el nombramiento de los jueces fuera mediante elecciones y no por designación. Se reformaron muchas constituciones estatales para reflejar los nuevos valores políticos. Eran partidarios de la expansión territorial, justificada con la doctrina del "destino manifiesto" (Manifest Destiny). Mientras duró la era jacksoniana se conformó un consenso entre jacksonianos y whigs para evitar el conflictivo tema de la esclavitud, que a partir de 1850 (ya con el "tercer sistema de partidos"  -Third Party System-).
Se considera a la democracia jacksoniana como el fundamento de la tendencia progresista o populista de la política estadounidense que se prolonga a través del siglo XX (New Deal, Fair Deal, New Frontier, Great Society).

https://en.wikipedia.org/wiki/Jacksonian_democracy

Véase también Progresista, Populista, Hamiltoniano-Wilsoniano

Divide y vencerás (en el espacio)


Gobierno local / División espacial / Organización territorial / Demarcación / Municipio / Ayuntamiento / Commune/ Comarca / Departamento / Provincia / Región / Centralismo / Descentralización / Subsidiaridad

La división espacial u organización territorial es uno de los puntos clave de la actividad política. La administración de un territorio de menores dimensiones que el conjunto del Estado, a muy distintas escalas, desde el punto de vista de la relación entre gobernantes y gobernados, se denomina "gobierno local", aunque supere el nivel estricto de una "localidad" entendida geográficamente como núcleo singular de población. La administración territorial puede ejercerse de forma centralista (del centro hacia la periferia, subordinando las regiones a la autoridad central) o de forma descentralizada (con protagonismo de las entidades locales, que toman las decisiones autónomamente en su ámbito). El principio de subsidiaridad defiende que las decisiones han de tomarse en el ámbito de menor nivel en el que sean eficaces.

Las demarcaciones administrativas (o, en su denominación geográfica, entidades de población) se gobiernan mediante instituciones que tienen un mayor o menor grado de autonomía o dependencia de instituciones políticas de rango superior. La palabra "marca" significa "frontera" y se utilizó en el Imperio carolingio para denominar a los territorios fronterizos cuyo gobierno local se entregaba a un "marqués". Las demarcaciones interiores recibían las denominaciones de "condado" (el título de conde provenía de la aristocracia bajoimperial romana -comes-, como el de duque -dux, inicialmente el responsable de la defensa de las provincias fronterizas, mientras que en el Imperio germánico se utilizó la denominación herzog-). A partir de la división del Imperio carolingio se formaron, siguiendo la lógica descentralizadora del feudalismo, una interminable subdivisión de reinos, principados, condados, ducados, archiducados, etc., llegándose hasta la escala de la ciudad-Estado. El fracaso en la constitución de poderes universales (Papa y Emperador) llevó a la construcción de monarquías autoritarias que configuraron, en el paso a la Edad Moderna, los primeros Estados-nación en Europa Occidental (Portugal, España, Francia, Inglaterra). No obstante, durante todo el Antiguo Régimen pervivió el particularismo de múltiples demarcaciones locales que las formaban, debiéndose respetar sus peculiaridades jurídicas, fiscales o administrativas, defendidas por celosas instituciones regionales (Parlement, Generalitat). El absolutismo pretendió suprimir cualquier tipo de obstáculo al ejercicio directo del poder central sobre los súbditos, pero tal pretensión no se logró eficazmente hasta la Revolución francesa, que entendía que el ejercicio general de la soberanía nacional y el individual de la libertad necesitaba de la supresión de todas las excepciones y privilegios, que no se restringían a los locales, sino que se extendían a los gremiales y sobre todo a los estamentales (verdadero sustento social del particularismo en el Antiguo Régimen). El protagonismo de la commune de París y su Hôtel de Ville desde 1789 llevó al papel clave de las instituciones locales de dimiensión municipal en la administración local francesa, que se ejerció mediante prefecturas y departamentos que se trazaron explícitamente con criterios disolventes de la tradición, negando la existencia de las regiones históricas y denominándose por los accidentes geográficos.

En la historia antigua de España, el poblado indígena (generalmente un oppidum amurallado en una eminencia natural que domina su entorno) y la colonia (generalmente un puerto estratégico fácilmente defendible, como puede ser una isla cercana a la costa -Cádiz-) fueron los primeros ejemplos de gobierno local, asentándose su personalidad jurídica con los distintos niveles de la administración provincial romana (por ejemplo, el municipium). La Edad Media vio nacer en los reinos cristianos del norte el concejo abierto, sobre el que, en los núcleos más importantes, que obtenían fueros o cartas pueblas con los que se convertían en "señores colectivos" del alfoz o "tierra" circundante ("comunidades de villa y tierra"), se impuso el gobierno oligárquico de un patriciado urbano (regidores procedentes, según los casos, de una pequeña nobleza de caballeros -Ávila-, una aristocracia terrateniente -Sevilla- o una burguesía mercantil y artesanal -Barcelona-). El aumento del poder real llevó a la imposición de la presencia, sobre estos "regidores", de un "corregidor" nombrado por el rey (desde el siglo XV en la Corona Castilla y desde el XVIII, con los decretos de Nueva Planta, en la Corona de Aragón). La división provincial, ensayada desde las intendencias introducidas por Felipe V a comienzos del siglo XVIII, se conformó definitivamente con la propuesta de Javier de Burgos, ya con criterios propios de la Edad Contemporánea (1833). La Revolución liberal tuvo un destacado componente local desde la Guerra de Independencia (juntas locales, Cortes de Cádiz) y a lo largo de todo el siglo XIX fue piedra de toque entre "progresistas" y "moderados" la elección popular de los "alcaldes" y la creación de una "Milicia Nacional" de base municipal (la respuesta conservadora fue la creación de la "Guardia Civil", ambas instituciones tenían su precedente en la "Santa Hermandad" de la época de los Reyes Católicos). Las elecciones municipales de 1931 fueron el desencadenante de la proclamación de la II República. La configuración corporativa-organicista propia del franquismo utilizaba una tríada indoeuropea para la identificación de las unidades naturales de organización política (familia, municipio y sindicato), correspondiendo al gobierno local la segunda de ellas. Es significativo que en la Transición no se siguiera ese esquema (de lo local a lo nacional), sino el opuesto: primero se celebraron elecciones nacionales (1977), y solo tras la aprobación de la Constitución (1978) y la puesta en marcha del proceso autonómico se celebraron elecciones municipales (1979).

Véase también Administración, Concejo, Particularismo, Liberalismo español, Corporativismo-Organicismo, Autonomía, Federación, Forma de gobierno-Sistema político

https://es.wikipedia.org/wiki/Comarca
https://es.wikipedia.org/wiki/Comarcas_de_Espa%C3%B1a

viernes, 29 de noviembre de 2013

Derecho a decidir

“Derecho a decidir” ponía en grandes letras sobre la entrada de un edificio. Entramos mi amigo y yo. En la primera planta, un cartel informativo decía lo siguiente: “Bienvenido al edificio del derecho a decidir. Las reglas son muy sencillas: El edificio tiene cinco pisos. Pueden ustedes subir tantos pisos como quieran, pero no pueden bajar. En cada piso hay unas claras instrucciones de uso.” Ante la incógnita que suponía avanzar sin poder retroceder, yo, que soy de natural medroso, quise marcharme inmediatamente; pero mi amigo tenía clara su voluntad, y se dispuso a subir. Yo, que soy de natural complaciente, no le quise contrariar, y le seguí. Llegamos al primer piso, donde un cartel decía: “Bienvenido al piso del Estado centralista. Si permanecen aquí, todos habrán de cumplir las mismas leyes que se acuerden por los representantes que entre todos elijan, y de la misma manera se decidirá cómo administrar los recursos que se obtengan de cada uno y cómo se obtienen estos.” Yo, que soy de natural poco ambicioso, le dije a mi amigo que por mí estaba bien, y que deseaba quedarme. Mi amigo me hizo saber su absoluta disconformidad con tales disposiciones, y me empujó escaleras arriba. En el segundo piso un cartel decía: “Bienvenido al piso del Estado autonómico. Si permanecen aquí, las leyes comunes que se acuerden no podrán impedir que cada uno pueda establecer leyes propias, y cuando surjan conflictos se buscará una solución consensuada o un árbitro elegido previamente interpretará cómo debe resolverse. Cada uno administrará sus propios recursos, excepto una parte que aportará, según su capacidad, para los gastos comunes, y otra que recibirá, según sus necesidades, para compensar las desigualdades”. Yo, que soy de natural solidario, le dije a mi amigo que ese era un buen propósito, y que había sido buena idea subir hasta allí, y que nos quedáramos. Mi amigo tuvo que tirar de mí fuertemente para conseguir hacerme subir al tercer piso, donde un cartel decía: “Bienvenido al piso del Estado confederal. Si permanecen aquí, cada uno dependerá de sí mismo, reduciéndose al mínimo las leyes comunes”. Mi amigo estaba entusiasmado, pero sin dejarme decir nada me arrastró hasta el piso superior, diciéndome que sin duda las condiciones serían mucho mejores cuanto más alto subiéramos. El cartel decía: “Bienvenido al piso de la independencia. No necesitan ponerse de acuerdo en nada. Que cada uno haga lo que considere conveniente, tanto si se pone de acuerdo con algún otro como si no, sabiendo que los demás harán lo mismo”. Yo ya no decía nada, ni siquiera sabía que pensar, pero mi amigo, en vista de que las escaleras continuaban, siguió subiendo, y me siguió llevando con él. Un nuevo cartel: “Bienvenido al piso del irredentismo. El que ha demostrado más voluntad de subir, sin duda tendrá algún deseo sobre los recursos que posee, quizá ilegítimamente, el que haya demostrado menos voluntad. Está usted en su derecho de argumentar que esos recursos en realidad son suyos: es su oportunidad de demandarlos. También es seguro que, por mucho que quiera a su amigo, hay algo en él que no le gusta. Aquí puede solicitar a su amigo que cambie para parecerse más a lo que usted cree que él debe ser.” Yo estaba muy nervioso y asustado, sobre todo por el brillo en la mirada de mi amigo. Una flecha en la escalera indicaba “subida al último piso”. No lo dudó, y subió, es decir, subimos. En el último piso el cartel era el siguiente: “Bienvenido al piso de la dura realidad. Aquí no hay nada. Tampoco había nada en los anteriores, pero nunca se ha quedado nadie para comprobarlo. Todos los que han entrado suben hasta aquí, voluntariamente u obligados por sus amigos. Este edificio sólo sirve para evidenciar que los nacionalistas son insaciables e imposibles de complacer.”

martes, 24 de septiembre de 2013

Power to the people

Prometeo y Libertas comparten monumento
y antorcha en Dneprodzerzhinsk (Ucrania).

Prometeo privó a los dioses del monopolio del fuego al hacerlo común para los mortales. Eso es dar poder (power en inglés, que tanto significa "poder" en términos políticos como "potencia" en términos físicos -la cantidad de trabajo o energía que se emplea en una unidad de tiempo-). Tal regalo, o enseñanza, hace de Prometeo un héroe civilizador; e ilustra la capacidad humana para el desarrollo técnico: La difusión de "las luces" (que también es el programa de la Ilustración -y debiera serlo del sistema educativo-) hace más poderoso a cada hombre que a ellas accede, y le convierte en un agente transmisor ("viral" se dice en la sociedad de la comunicación), al tiempo que aumenta la capacidad de desarrollo de la entera sociedad humana (de cada uno de los grupos sociales y países donde se va produciendo y transmitiendo a otros por "transferencia tecnológica"). Es ese el mito griego que mejor expresa cómo compartir algo, en vez de disminuirlo lo aumenta (eso mismo se dice del amor). La igualdad, que en otros mitos y leyendas (el lecho de Procusto -o la campana de Huesca-) es vista como una nivelación castradora, queda aquí "potenciada" como un valor.

¿Obtener el poder proporcionó más libertad? Veamos: Tener poder permite convertir en realidad los deseos. Eso, por sí mismo, no da más libertad (como dejó claro Buda, que sólo ve  libertad -y felicidad- en la renuncia al deseo -pues ve el deseo como inevitable infelicidad y esclavitud, que encadena el alma a la cadena de reencarnaciones-). El gobernante absoluto, dueño de vidas y haciendas, no es más libre que el último de sus súbditos y esclavos (como argumentó Agustín -en su caso, porque sólo ve esclavitud en el pecado, y libertad en la redención cristiana-).

En cambio, el mito o leyenda que introduce como variable la "libertad de elegir" (expresión de Milton Friedman) tiene unos curiosos efectos: el genio de la lámpara no nos concede todos nuestros deseos, sino únicamente tres. Tenemos que elegir entre todos nuestros deseos cuáles queremos cumplir, estableciendo una jerarquía entre ellos (lo que en los cuentos lleva inevitablemente a un desastroso desequilibrio en el orden natural, produciendo situaciones que a nuestros efectos calificaré de injusticia y desigualdad). El totalitarismo implica la consecución de la perfección: el paraíso (y el infierno para todos los que no se conforman en ella). La política de lobbys en Estados Unidos implica de hecho la selección de un sólo deseo por un grupo: ¿quiero algo, una sola cosa? (por ejemplo, la libertad en el uso de armas, el matrimonio homosexual, la protección de la naturaleza, la seguridad de Israel, la regulación sindical de mi oficio...) pues debo renunciar a cualquier otro posible punto de programa político (no me deberé quejar si eso posterga la sanidad, la educación, lo que haga falta -he establecido mi jerarquía de deseos-) y presionaré con los que tienen mi mismo primer deseo (la forma canónica es vendiendo conjuntamente nuestro voto, lo que nos hace "poderosos" al obligar a tenernos en cuenta a los gobernantes y a los candidatos a serlo); la multiplicación de tales grupos, y su mutua limitación, convierte la democracia en un mercado en el que ninguno queda plenamente satisfecho, pero se consigue la convivencia al reconocerse todas las aspiraciones y abrir oportunidades.

En nuestros días y nuestro país asistimos a la pretensión de imposición de cierto deseo de un grupo que pretende auto-definirse como poseedor de un tal "derecho a decidir". ¿Nadie se da cuenta del engaño? Ya han decidido por ti que te veas como miembro de ese grupo o como ajeno a él. La decisión ya está tomada, no hay decisión posible, no hay libertad ni elección: ¡el grupo es la decisión, y la esclavitud!


Vulcano (la tecnología sumisa al poder) encadena a Prometeo ante un regocijado Mercurio (el dios de ladrones y mercaderes). Prometeo es contrafigura de ambos. Su delito es ser ladrón, pero no lucrarse, usar la techne, pero no someterse.
En las versiones más difundidas del mito, Hefaistos es ayudado en su tarea de verdugo por Cratos (la fuerza como poder -masculino-) y Bía (la fuerza como violencia -femenina-). Bía y Cratos son hermanos (hijos de Estigia y Palas -no Atenea, sino su "alter ego", cuyo nombre hereda tras provocar su muerte-) que forman parte del cortejo de Zeus (también Niké -la alada victoria- y Zelo -el fervor, la emulación o la rivalidad- son sus hermanos y pertenecen a tal cortejo).

Óleo de Dirk van Baburen (1623).
(Véase el dibujo de Henri Fuseli, donde aparece Bía y Cratos)
(Véase también el ciclo de Prometeo del pintor Christian Griepenkerl)




miércoles, 27 de febrero de 2013

Cine "de sala" en la sala de cine.

Existe un subgénero cinematográfico, no demasiado tratado, pero útil para reflejar las relaciones sociales, la condición humana y las opciones morales, que se basa en la explotación intensiva de un recurso narrativo y visual: encerrar a un limitado número de personajes en "una sala" o un espacio similar que defina un entorno claustrofóbico. Con ello se reproducen a escala, en un microcosmos, los mismos fenómenos que se producen en el macrocosmos social, pero simplificados e intensificados. Su popularización es el formato televisivo "Gran Hermano" ("Big Brother", desde 1999). En psicología, sociología y antropología es el objeto de famosos y cuestionados experimentos, como el llamado "experimento de Stanford" de 1971, en que se monitorizó el comportamiento durante varios días de un grupo de voluntarios que "hacían de presos" y otros que "hacían de guardianes"; las navegaciones de Thor Heyerdal y Santiago Genovés (Ra I y Ra II, 1970, Acali, 1975 -la Kon Tiki de 1949 fue en solitario-), o el proyecto "Biosfera 2" (1991-1993), enfocado a la exploración espacial.

Náufragos (Alfred Hitchcock, 1944) -los supervivientes conviven en un bote salvavidas-.
Doce hombres sin piedad (dos películas, de 1957 y 1997), basadas en el telefilm de Reginald Rose, 1954 (se hicieron dos adaptaciones en Televisión Española, 1961 y 1973) -deliberación de un jurado en un caso de asesinato-.
El ángel exterminador (Luis Buñuel, 1962) -los comensales no parecen poder abandonar el comedor, pero no hay obstáculos físicos-.
Asesinato en el Orient Express (dos películas, de 1974 y 2001), basadas en la novela de Agata Christie de 1934. -El subgénero que se centra en la resolución de un misterio detectivesco tiene entre sus convenciones la resolución dramática en una reunión de todos los sospechosos en una habitación, o compartiendo una cena -La cena de los acusados (The Thin Man),  W.S. Van Dyke, 1934, basada en una novela de Dashiell Hammett-
The Cube (Vicenzo Natali, 1997), con varias secuelas -distopía y ciencia ficción-.
Das Experiment (Oliver Hirschbiegel, 2001), basada en el experimento de Stanford.
El método (Marcelo Piñeyro, 2005), basada en la obra de teatro "El método Gronholm", de Jordi Galcerán -prueba de selección para elegir entre varios candidatos quién ocupará un puesto de directivo en una multinacional-.
Exam (Stuart Hazeldine, 2009), basada en "el método".
La habitación de Fermat (Luis Piedrahita, 2007) -juegos lógicos-.
La trampa del mal (Erick Dowdel, 2010) -de posesiones diabólicas en un ascensor-.

Otros géneros o subgéneros cinematográficos, más comunes, comparten algunos rasgos: el cine carcelario (o el de campos de concentración), el cine de asedios, el cine de secuestros (o de atracos que degeneran en secuestros), el cine de naufragios, el cine de singladuras náuticas (o subnáuticas, o astronáuticas), etc. El máximo de la claustrofobia lo representa el telefilm La cabina (Antonio Mercero, 1972), pero en este caso es una sola la persona encerrada, lo que modifica las posibilidades de interacción. Es paradójico que las películas sobre cónclaves no plantean ambientes cerrados, sino abiertos visual y narrativamente (Las sandalias del pescador, Ángeles y demonios).

Rebelión a bordo o El motín del Bounty (hasta cinco películas entre 1916 y 1984).
La gran evasión (John Sturges, 1963).
Infierno en el Pacífico (John Boorman, 1968).
Solaris (hasta tres películas entre 1968 y 2002, basadas en una novela de Stanislaw Lem de 1961).
Tarde de perros (Sidney Lumet, 1975).
Funny Games (Michael Hanecke, 1997).
La habitación del pánico (David Fincher, 2002).

Una mítica escena del spaghetti western El bueno, el feo y el malo (Sergio Leone, 1966) ha sido tomada como ejemplo de "truelo", un problema lógico de la teoría de juegos que implica el enfrentamiento, sin posibilidad de eludirlo, de tres duelistas de diferentes habilidades.

viernes, 11 de enero de 2013

SIETE ANILLOS PARA TRES HERMANOS


"Siete novias para siete hermanos" es el título de una película musical estadounidense, en la que los problemas de emparejamiento no son de índole lógico-matemático. En cambio, hay un cuento (no con novias, sino con camellos) que puede ayudarnos a entender el problema del reparto proporcional de escaños entre las candidaturas que concurren a unas elecciones (en el sistema español se realiza con el método D'Hont). Puedes comprobar en este enlace las variantes del problema original, pero lo vamos a contar simplificado y con anillos en vez de camellos, para que recordéis el cuento de los tres anillos (del Decamerón de Bocaccio) que ya hemos estudiado. Además, este y otros cuentos "de reparto" (como el de "la docena del fraile", que añado después) os permitirán identificar grupos sociales de la Edad Media y el Antiguo Régimen (se puede contar de muchas maneras, en otras ocasiones he contado el cuento con camellos o con reinos, ambientándolo en un episodio de la Reconquista -la herencia de Sancho III el Mayor-, que se repitió en la siguiente generación -la herencia de Fernando I, ver el Romance undécimo-).

Érase una vez un artesano joyero muy anciano que, sintiendo próximo el final de su vida, decidió convocar a sus hijos y decirles lo siguiente: "Yo no soy como el joyero del otro cuento, todos mis anillos son legítimos anillos con un diamante verdadero, y todos son igualmente valiosos. Además, tampoco os quiero dejar a todos la misma herencia, porque es costumbre beneficiar al hijo mayor; así que he decidido el siguiente reparto: A ti, mi hijo mayor, te dejo la mitad de los anillos. A ti, mi hijo mediano, te dejo el doble que a tu hermano pequeño. A ti, mi hijo pequeño, te dejo la mitad que a tu hermano mediano". Al poco tiempo, el padre murió. Llegado el momento de repartirse la herencia, comprobaron que como únicas propiedades había siete anillos. No había manera de hacer las particiones, porque para hacerlas exactas habría que hacer fracciones de anillo, y partir un diamante destruye su valor. Decidieron consultar a un joyero vecino, muy rico, que tenía fama de buen negociante. Tras escuchar su problema les dijo: "Si queréis que os diga la solución, pagadme primero con un anillo". Perder un anillo no les pareció bien a los hermanos, y decidieron consultar a un segundo joyero, que era menos rico, pero tenía fama de honrado. Tras escuchar su problema les dijo: "Tomad este anillo, que es la única riqueza que tengo, y añadidlo a vuestra herencia. Repartidla ahora vosotros mismos, y no olvidéis devolverme mi anillo después".

¿Cómo es posible que cada uno de los joyeros haya podido hacer un reparto exacto sin romper ningún anillo?

LA DOCENA DEL FRAILE

Érase una vez un pueblo tan pobre que las rentas que podían pagar los campesinos al monasterio que ejercía el señorío eran muy bajas: una docena de huevos por cada casa. El campesino más próspero era también el que más protestaba por el pago, y siempre ponía excusas para retrasarlo. Un fraile le propuso pagar la renta en cómodos plazos: primero la mitad, luego la tercera parte y luego la cuarta parte. El campesino pensó que era una buena propuesta, y aceptó.

¿Cuántos huevos tenía la docena del fraile?