Igualdad contra equidad Igualdad=sameness (intraducible -de same, "lo mismo"-) Dar a todos lo mismo - únicamente funciona si cada uno sale del mismo punto de partida Equidad=fairness (¿justicia?¿imparcialidad? -de fair, "lo puro"-) Acceso a las mismas oportunidades - debemos asegurar primero la equidad antes de que podamos disfrutar de la igualdad Ilustración de Craig Froehle, citado en Verne (12/06/2020) Ver allí otras versiones y opinión contraria |
La igualdad es un principio matemático o lógico: la "equivalencia de dos expresiones", dice el DRAE, o sea, tener igual valor o valer lo mismo. En términos humanos, que no haya un hombre que valga más que otro (Pues la sangre de los godos, y el linaje e la nobleza tan crescida, ¡por cuántas vías e modos se pierde su grand alteza en esta vida! Unos, por poco valer, por cuán baxos e abatidos que los tienen; otros que, por non tener, con oficios non debidos se mantienen -Jorge Manrique, Coplas-). La igualdad de condiciones o ausencia de privilegios implica la necesidad de que todos participen del poder, es decir, la democracia (que un pastor entrevistado por Évole definió así: "la democracia es que a todos nos miraran igual").
Comparando hombres, la igualdad puede ser política (ante el voto y el ejercicio de los cargos), jurídica (ante la ley), social (o de condiciones, ante el matrimonio y otras relaciones sociales), económica (ante la riqueza), de oportunidades...
Ilustración de Toy Ruth, citado en Verne (12/06/2020) Ver allí otras versiones y opinión contraria |
En Estados Unidos, la diferenciación entre equality ("igualdad") y equity ("equidad") permite una diferente valoración de ese término ante las actitudes progresista y conservadora: se supone que la igualdad es "igualdad de partida" mientras que la equidad es "igualdad de llegada". En cambio, las definiciones del DRAE reservan para "equidad" la mayor parte de las definiciones sociopolíticas (Igualdad de ánimo -Constancia y serenidad en los sucesos prósperos o adversos- - Bondadosa templanza habitual. Propensión a dejarse guiar, o a fallar, por el sentimiento del deber o de la conciencia, más bien que por las prescripciones rigurosas de la justicia o por el texto terminante de la ley. - Justicia natural, por oposición a la letra de la ley positiva. - Moderación en el precio de las cosas, o en las condiciones de los contratos. - Disposición del ánimo que mueve a dar a cada uno lo que merece.) mientras que en "igualdad" sólo aparece una, y no en el término aislado, sino en el sintagma "igualdad ante la ley" (Principio que reconoce a todos los ciudadanos capacidad para los mismos derechos.). En la Grecia clásica, autores como Platón e Isócrates distinguían entre igualdad "aritmética" (a todos por igual) e igualdad "geométrica" (a cada cual según su mérito) -véase en Democracia-.
La igualdad forma parte de la tríada de valores de la Revolución francesa (Liberté, Égalité, Fraternité -"libertad, igualdad, fraternidad"), que hay quien atribuye a la masonería. En el espectro político contemporáneo se ha asociado a los valores de la izquierda contemporánea, por oposición a la libertad, asociada a los valores de la derecha contemporánea. También puede oponerse, como valor, a la justicia: tratar igualmente a los desiguales es tan injusto como tratar desigualmente a los iguales.
Las constituciones democráticas, como la española de 1978, prohíben expresamente cualquier tipo de discriminación. Artículo 14: Los españoles son iguales ante la ley, sin que pueda prevalecer discriminación alguna por razón de nacimiento, raza, sexo, religión, opinión o cualquier otra condición o circunstancia personal o social.
Sin embargo, se ha establecido la constitucionalidad de la llamada "discriminación positiva" (adaptación del concepto estadounidense positive action), en cuestiones como el establecimiento de cuotas femeninas (listas cremallera).
El racismo como posición intelectual se fundamentó a partir de la recepción en las ciencias sociales del darwinismo, que devino en el denominado "darwinismo social" de Herbert Spencer, y justificó el movimiento defensor de la eugenesia. Anteriormente el concepto de la desigualdad humana había tenido tratamiento, al menos desde la "polémica de los naturales" (los indígenas americanos), cuya humanidad plena no fue reconocida de forma inmediata. Uno de los más firmes defensores de los indios, Bartolomé de las Casas, llegó a proponer que, para evitar su explotación, se sustituyesen como mano de obra por esclavos africanos (cuya condición no parecía tan digna de protección). Más adelante se produjo la reflexión ilustrada sobre el asunto, centrada en el concepto de "buen salvaje" de Rousseau, que también escribio su Discurso sobre el origen y los fundamentos de la desigualdad entre los hombres (Jean-Jacques Rousseau, 1754). Posición diferente tuvo el Ensayo sobre la desigualdad de las razas humanas (Joseph Arthur de Gobineau, 1855). El colonialismo del siglo XIX se justificó como una "carga del hombre blanco" (The white man's burden, Rudyard Kipling, 1899).
La libertad de todos amenazada por la gran riqueza de 2.170
"Hace 20 o 30 años las desigualdades entre las sociedades desarrolladas y las que no lo eran crecía, mientras que la desigualdad en el interior de una misma sociedad (rica), disminuía. Y creíamos, al menos nosotros, los europeos, que con nuestro Estado de bienestar habíamos solucionado el problema de la desigualdad. Pero desde hace 20 o 30 años la distancia entre los países desarrollados y la del resto del mundo está disminuyendo, y, por el contrario, en el interior de las sociedades ricas las desigualdades se están disparando. Hay informes que dicen que en Estados Unidos estas desigualdades están llegando a los niveles del siglo XIX”. Una de las razones que explicarían esta trágica fractura hay que buscarla en la globalización, que ha permitido a los empresarios contratar a sus trabajadores en cualquier esquina del globo. Otra, y muy ligada a la última crisis, es la erosión que está sufriendo la clase media. “Es evidente que las clases medias se están empobreciendo. Podemos hablar, más que de proletariado, de precariado ... viven en una situación cada vez más precaria ... grandes sectores de las clases medias pertenecen ahora al proletariado, que se ha ampliado. Aunque hoy tengan trabajo ha desaparecido la certeza de que puedan tenerlo mañana. Viven en un estado de constante ansiedad”.
Tiempos de liquidación - La riqueza de unos pocos no beneficia a todos. Esa es la tesis del nuevo libro de Zygmunt Bauman
Montaje de imagen y texto de Banksy en Instagram sobre los disturbios por la muerte de Floyd, 6 de junio de 2020: At first I thought I should just shut up and listen to black people about this issue. But why would I do that? It’s not their problem. It’s mine. People of color are being failed by the system. The white system. Like a broken pipe flooding the apartment of the people living downstairs. This faulty system is making their life a misery, but it’s not their job to fix it. They can’t - no one will let them in the apartment upstairs.This is a white problem, And if white people don’t fix it, someone will have to come upstairs and kick the door in.
Juan Ignacio Pérez Iglesias, Las razas humanas no existen, The Conversation, 28 de mayo de 2019
Lorenza Coppola Bove, Racismo: cómo la ciencia desmontó la teoría de que existen distintas razas humanas, BBC-The Conversation, 7 julio 2020
Pedro Gómez García, No hay razas humanas, pero abundan los racistas, Ensayos de filosofía, 2016
Yendo al fondo de la cuestión, conviene señalar que el racismo radica básicamente en la idea misma de raza, en la creencia de que existen razas como prototipos bien delimitados biológicamente, sea por el fenotipo o por el genotipo. De modo que racista lo es en germen todo el que cree que hay razas. Pues la idea y el sentimiento de pertenecer (o de que el otro pertenece) a un "tipo" humano dotado con un patrimonio genético peculiar no representa más que una derivación. Por eso no deja de ser racista el que defiende los derechos de la "raza inferior", ni siquiera el que defiende la igualdad de todas las "razas".
Así, observamos una gama de racismos. Está el que no reconoce cualidad humana a la otra "raza", hasta el punto de justificar su exterminio, o la expulsión del territorio, o la esclavización en propio beneficio. Otra forma, más corriente, no niega la cualidad humana a los otros, pero la considera de rango inferior, lo cual viene a legitimar el subordinarlos jerárquicamente, o expulsarlos, o exterminarlos; o a veces, sentirse con la misión paternalista de colonizarlos, evangelizarlos, "civilizarlos", elevarlos a la verdadera humanidad.
Finalmente, no está exento de racismo el punto de vista que reconoce a los otros una cualidad humana equiparable, cuando al mismo tiempo se enfatiza el derecho de cada raza a la diferencia y a la permanencia aparte. Este enfoque es perfectamente compatible con los guetos, las castas separadas, la prohibición de la exogamia, la segregación racial. Ahí se piensa que todas las razas son iguales, pero cada una debe permanecer incontaminada respecto a las demás, como raza pura. No es raro que este racismo subyazga, lamentablemente, bajo la caritativa defensa de minorías culturales, por ejemplo, bajo la defensa de la "identidad" gitana, encaminada a que sigan siendo fieles a su "cultura" (vía por la que, de hecho, se refuerza su marginalidad); y so capa de la defensa de la identidad de indígenas, hispanos, judíos, albaneses, magrebíes, o aborígenes australianos...
En resumen, la idea de la paridad o "igualdad de las razas" es una idea racista, por cuanto mantiene la creencia (genéticamente falsa) en la existencia de razas dentro de la especie Homo sapiens. La fórmula adecuada estriba en la afirmación de la igualdad radical de todos los seres humanos, como miembros diferentes de la misma y única especie. Y es en nombre de esa igualdad en el que debe plantearse la exigencia de unos mismos derechos.
Las razas humanas no existen. ... P Otro genetista de referencia, Cavalli-Sforza ( La Contra 1-10-98) y ahora usted han divulgado la demostración de que las razas no existen. R Pero esa evidencia científica de que no hay razas humanas debe seguir a la constatación de que los humanos no somos iguales. De hecho, cada humano es diferente de los demás, pero de una manera, a su vez, también diferente. ... Por ejemplo, hay grupos cuya genética les hace digerir mejor la lactosa de la leche... Y esas diferencias están estructuradas en el espacio, sí, pero no de forma categórica y grupal sino individual y gradual: varían en cada individuo. Respecto al aspecto físico, en cada población se manifiesta un 88% de todas las posibilidades de ser humano. ... A nivel genético, puede haber más diferencias entre dos individuos de un mismo país que entre individuos de diferentes continentes. Y por eso han fracasado todos los intentos de clasificarnos a los humanos en razas. ... la prueba del fracaso científico de los catálogos raciales es que, desde la clasificación de las razas humanas de Linneo en el XVIII hasta las últimas clasificaciones raciales de los años 50, todas tenían una sola cosa en común... Que cada catálogo de razas es diferente de todos los demás... ...Luego todos son falsos. Y, por eso, Frank B. Livingstone sostuvo ya en los 50, que buscar y categorizar las razas humanas es buscar algo inexistente. Porque todos somos diferentes, pero las diferencias no vienen en paquetes distintos de razas, cada uno con su etiqueta. Hay diferencias entre nosotros, pero graduales... Y, por eso, trazar una línea entre una raza y otra es un ejercicio de arbitrariedad. Y por tanto, falso. Y la genética lo confirma. ... Porque nuestras diferencias no vienen en bloques, empaquetadas, sino que aparecen en gradaciones muy sutiles en cada individuo. Por eso, no hay una raya que diferencie categóricamente una raza de otra. Y todas las divisiones o rayas que se tracen entre esas supuestas razas son falsas. ... Apuntemos que África, nuestra cuna, también es por eso genéticamente diferente: existen más diferencias genéticas entre poblaciones de la misma región africana, por ejemplo, dos bosquimanos, que entre individuos de poblaciones europeas y asiáticas. Ya ve que cualquier discurso racista, además de rechazable moralmente, es científicamente erróneo. (Entrevista a Guido Barbujani, genetista, en La Vanguardia, 8/11/2013).
“Es verdad que somos de todos lados. Está claro que las poblaciones ibéricas son una mezcla de un montón de linajes humanos. Somos un coctel. Pero, paralelamente, estas evidencias científicas han abierto un debate interesante sobre la noción de raza”, añade Antonio Rosas. “Esta, la de la raza, es una noción biológica superada, pero la biomedicina y la genómica han demostrado que la humanidad tiene distintas líneas de ancestralidad genética, es decir, la huella genética de la que procedemos. Y esa huella genética permite distinguir bien grandes grupos humanos, dependiendo de una procedencia concreta”. Esta constatación, como explica el paleoantropólogo español, nos obliga a dar una nueva vuelta de tuerca a nuestros conceptos. “La ancestralidad de poblaciones de origen africano es distinta a las poblaciones que no tienen ese origen. En el campo médico, por ejemplo, lo que se estudia ahora mismo es que la prevalencia de determinados tipos de cánceres se debe a que no todos somos genéticamente iguales. Y esa diferencia se debe a nuestra ancestralidad”. Antonio Rosas es consciente de que el tema hay que tratarlo con mucha prudencia social, mucha pedagogía, pero también con valentía y rigurosidad científica: “Hay diferencias de origen que no podemos negar. Es verdad, estamos ante una especie de contradicción. Nos hemos acostumbrado a ser políticamente correctos, pero esta vuelta de tuerca de la genómica nos dice que hay ancestralidades distintas”. (Entrevista a Antonio Rosas, biólogo y paleoantropólogo del equipo de Atapuerca, en NIUS, 3 de agosto de 2003).
Véase también Identidad, Palabra, Asamblea, Antiguo Régimen, Mujer y política, Marginación, Minorías, Correción política, Tercermundismo-Multiculturalismo, Ciencia y política, Democracia
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