domingo, 17 de julio de 2022

El bueno, el político y el malo

 Ética y política / Moral y política / Bien / Mal / Bueno / Malo / Bondad / Buenismo


Del enfrentamiento entre los personajes de esta película se han teorizado problemas de teoría de juegos (el trilema), pero la clave de la relación entre ética y política es ver si hay diferencia entre los problemas morales (distinguir lo bueno de lo malo) y los problemas políticos (para qué y cómo debe utilizarse el poder, cómo alcanzarlo y cómo mantenerse en él). En realidad, dos cuestiones hasta cierto punto idénticas: si se puede justificar por "razón de Estado" hacer algún mal para conseguir el bien común (o sea, si debe escogerse el mal menor); y si se puede por "buenismo" perjudicar gravemente a la sociedad entera para satisfacer una emotiva necesidad de "hacer el bien" de una manera ingenua, presuponiendo la bondad natural de todos.

La diferencia entre ética y moral no se aclara por la etimología. Ambas palabras inician su uso filosófico en la época clásica con el mismo significado: "costumbre". La palabra griega ēthikós (ἠθικός) proviene de êthos (ἦθος), que significaba dos cosas distintas pero análogas: "lugar de estancia habitual" y "carácter"; mientras que la palabra latina moralis se acuñó por Cicerón para traducir el término griego a partir de la palabra latina mos (en genitivo moris, en plural mores) que significaba "costumbres", "modales" (Online Etymology Dictionary). Con la misma raíz griega êthos, etología es el nombre que se eligió para designar a la ciencia que estudia el comportamiento de los animales.

En la mayor parte de los usos, no solo los coloquiales, sino también los cultos, no hay diferencia entre ética y moral: ambas responderían a la pregunta ¿qué hacer? ¿cuál debe ser mi comportamiento? cuando tengo libertad para comportarme de una u otra forma, sabiendo que esa elección tendrá unas u otras consecuencias, para mí y para los demás (las normas morales implican al individuo en la sociedad) y que seré responsable de ese ejercicio de mi libertad.

Saber lo que nos conviene, es decir: distinguir entre lo bueno y lo malo, es un conocimiento que todos intentamos adquirir -todos sin excepción- por la cuenta que nos trae. ... Lo de saber vivir no resulta tan fácil porque hay diversos criterios opuestos respecto a qué debemos hacer. En matemáticas o geografía hay sabios e ignorantes, pero los sabios están casi siempre de acuerdo en lo fundamental. En lo de vivir, en cambio, las opiniones distan de ser unánimes. ... estas opiniones distintas coinciden en otro punto: a saber, que lo que vaya a ser nuestra vida es, al menos en parte, resultado de lo que quiera cada cual. Si nuestra vida fuera algo completamente determinado y fatal, irremediable, todas estas disquisiciones carecerían del más mínimo sentido. ... En resumen: a diferencia de otros seres, vivos o inanimados, los hombres podemos inventar y elegir en parte nuestra forma de vida. Podemos optar por lo que nos parece bueno, es decir, conveniente para nosotros, frente a lo que nos parece malo e inconveniente. Y como podemos inventar y elegir, podemos equivocarnos, que es algo que a los castores, las abejas y las termitas no suele pasarles. De modo que parece prudente fijarnos bien en lo que hacemos y procurar adquirir un cierto saber vivir que nos permita acertar. A ese saber vivir, o arte de vivir si prefieres, es a lo que llaman ética. (Fernando Savater, Ética para Amador, 1991)

[Pero cuando se quiere precisar, sí pueden establecerse definiciones diferentes de ética y moral:] La moral es un conjunto de juicios relativos al bien y al mal, destinados a dirigir la conducta de los humanos. Estos juicios se concretan en normas de comportamiento que, adquiridas por cada individuo, regulan sus actos. [Así, aunque podría haber unas bases comunes, genéticamente impresos en todos los humanos (al menos compartidos por todos los que no tengan una incapacidad mental), para distinguir el bien del mal; la mayor parte de las conductas morales se rigen por normas de comportamientos diferentes en cada cultura, por lo que son aprendidas.] La ética, por otro lado, es una reflexión sobre la moral. La ética, como filosofía de la moral, se encuentra en un nivel diferente: se pregunta por qué consideramos válidos unos y no otros comportamientos; compara las pautas morales que tienen diferentes personas o sociedades buscando su fundamento y legitimación; investiga lo qué es específico del comportamiento moral; enuncia principios generales o universales inspiradores de toda conducta; crea teorías que establezcan y justifique aquello por el que merece la pena vivir. La moral da pautas para la vida cotidiana, la ética es un estudio o reflexión sobre qué origina y justifica estas pautas. Pero las dos, si bien son distinguibles, son complementarias. Del mismo modo que teoría y práctica interaccionan, los principios éticos regulan el comportamiento moral pero este comportamiento incide alterando los mismos principios. A menudo los conflictos de normas morales que aparecen cuando tenemos que tomar decisiones son el motor que nos impulsa a una reflexión de nivel ético. Es por ello que Aranguren, reconociendo la vinculación entre teoría y práctica, llama a la ética moral pensada y a la moral, moral vivida. (Filópolis)

Resulta necesario distinguir entre moral y ética. Toda moral ha creado una serie de valores y normas válidas para un momento y una cultura determinadas, pero es posible dar el salto de la moral a la ética construyendo un proyecto común válido universalmente. (José Antonio Marina, Ética para náufragos, 1995) .

... la cuestión de la libertad... es el asunto del que se ocupa propiamente la ética... Libertad es poder decir «sí» o «no»; lo hago o no lo hago, digan lo que digan mis jefes o los demás; esto me conviene y lo quiero, aquello no me conviene y por tanto no lo quiero. Libertad es decidir, pero también, no lo olvides, darte cuenta de que estás decidiendo. Lo más opuesto a dejarse llevar, como podrás comprender. ... La primera vez que piensas el motivo de tu acción la respuesta a la pregunta «¿por qué hago esto?» es del tipo... : lo hago porque me lo mandan, porque es costumbre hacerlo, porque me da la gana. ... Pero si lo piensas por segunda vez, la cosa ya varía. Esto lo hago porque me lo mandan, pero... ¿por qué obedezco lo que me mandan?, ¿por miedo al castigo?, ¿por esperanza de un premio?, ¿no estoy entonces como esclavizado por quien me manda? ... Lo mismo sucede respecto a las costumbres. Si no pienso lo que hago más que una vez, quizá me baste la respuesta de que actúo así «porque es costumbre». Pero ¿por qué diablos tengo que hacer siempre lo que suele hacerse (o lo que suelo hacer)? ¡Ni que fuera esclavo de quienes me rodean, por muy amigos míos que sean, o de lo que hice ayer, antes de ayer y el mes pasado! ... ¿Es que acaso una costumbre no puede ser poco conveniente para mí, por muy acostumbrada que sea? Y cuando me interrogo por segunda vez sobre mis caprichos, el resultado es parecido. Muchas veces tengo ganas de hacer cosas que en seguida se vuelven contra mí, de las que me arrepiento luego. En asuntos sin importancia el capricho puede ser aceptable, pero cuando se trata de cosas más serias dejarme llevar por él, sin reflexionar si se trata de un capricho conveniente o inconveniente, puede resultar muy poco aconsejable, hasta peligroso... Nadie puede ser libre en mi lugar, es decir: nadie puede dispensarme de elegir y de buscar por mí mismo. Cuando se es un niño pequeño, inmaduro, con poco conocimiento de la vida y de la realidad, basta con la obediencia, la rutina o el caprichito. Pero es porque todavía se está dependiendo de alguien, en manos de otro que vela por nosotros. Luego hay que hacerse adulto, es decir, capaz de inventar en cierto modo la propia vida y no simplemente de vivir la que otros han inventado para uno. Naturalmente, no podemos inventarnos del todo porque no vivimos solos y muchas cosas se nos imponen queramos o no... Pero entre las órdenes que se nos dan, entre las costumbres que nos rodean o nos creamos, entre los caprichos que nos asaltan, tendremos que aprender a elegir por nosotros mismos. No habrá más remedio, para ser hombres y no borregos (con perdón de los borregos), que pensar dos veces lo que hacemos. Y si me apuras, hasta tres y cuatro veces en ocasiones señaladas. (Fernando Savater, Ética para Amador, 1991)

Está claro que los problemas morales (el campo de estudio de la ética -el arte de la vida-) lo son porque presuponen la libertad de nuestro comportamiento, lo que hace que tengan mucho que ver con la política (que, según Proudhon, debería ser "la ciencia de la libertad"). ¿Qué relación tendrían que tener ética y política?

Forges, El País, 15 de febrero de 2014
Mientras que para Forges ética y política deberían coincidir, para Savater ética es una cosa y política otra:
La ética se ocupa de lo que uno mismo hace con su libertad, mientras que la política intenta coordinar de la manera más provechosa para el conjunto lo que muchos hacen con sus libertades. En la ética lo importante es querer bien, porque no se trata más de lo que cada cual hace porque quiere. Para la política, en cambio, lo que cuentan son los resultados de las acciones, se hagan por lo que se hagan, y el político intentará presionar con los medios a su alcance para obtener ciertos resultados y evitar otros... Si bien la ética es una cuestión personal, la política tiene unos valores inherentes que no se deben pasar por alto, como honestidad, transparencia, respeto, solidaridad e inclusión, entre otros. (Entrevista con Manuel Payarés)
La diferencia fundamental entre ética y política es que mientras que a ésta le interesan sólo los resultados externos, independientemente de la rectitud interior..., a la ética le interesa más ésta segunda... No debemos esperar de la política un directo mejoramiento moral de las personas... [ni] renunciar al esfuerzo ético en espera de un cambio de las estructuras... [o caer en] la ilusión utópica, falta de realismo, que lleva a una actitud de exilio. (Carlos Soler, recensión del capítulo 9 de Ética para Amador, de Fernando Savater -pongo aquí la cita entera, muy larga)

En cuanto a su finalidad, ambas parecen fundamentalmente emparentadas: ¿no se trata de vivir bien en los dos casos? La ética es el arte de elegir lo que más nos conviene y vivir lo mejor posible; el objetivo de la política es el de organizar lo mejor posible la convivencia social, de modo que cada cual pueda elegir lo que le conviene. Como nadie vive aislado (ya te he hablado de que tratar a nuestros semejantes humanamente es la base de la buena vida), cualquiera que tenga la preocupación ética de vivir bien no puede desentenderse olímpicamente de la política. Sería como empeñarse en estar cómodo en una casa pero sin querer saber nada de las goteras, las ratas, la falta de calefacción y los cimientos carcomidos que pueden hacer hundirse el edificio entero mientras dormimos... Sin embargo, tampoco faltan las diferencias importantes entre ética y política. Para empezar, la ética se ocupa de lo que uno Mismo (tú, yo 0 cualquiera) hace con su libertad, mientras que la política intenta coordinar de la manera más provechosa para el conjunto lo que muchos hacen con sus libertades. En la ética, lo importante es querer bien, porque no se trata más que de lo que cada cual hace porque quiere (no de lo que le pasa a uno quiera o no, ni de lo que hace a la fuerza). Para la política, en cambio, lo que cuentan son los resultados de las acciones, se hagan por lo que se hagan, y el político intentará presionar con los medios a su alcance -incluida la fuerza- para obtener ciertos resultados y evitar otros. Tomemos un caso trivial: el respeto a las indicaciones de los semáforos. Desde el punto de vista moral, lo positivo es querer respetar la luz roja (comprendiendo su utilidad general, Poniéndose en el lugar de otras personas que pueden resultar dañadas si yo infrinjo la norma, etc.); pero si el asunto se considera políticamente, lo que importa es que nadie se salte los semáforos, aunque no sea más que por miedo a la multa o a la cárcel. Para el político, todos los que respetan la luz roja son igualmente «buenos», lo hagan por miedo, por rutina, por superstición o por convencimiento racional de que debe ser respetada; a la ética, en cambio, sólo le merecen aprecio verdadero estos últimos, porque son los que entienden mejor el uso de la libertad. En una palabra, hay diferencia entre la pregunta ética que yo me hago a mí mismo (¿cómo quiero ser, sean como sean los demás?) y la preocupación política por que la mayoría funcione de la manera considerada más recomendable y armónica. Detalle importante: la ética no puede esperar a la política. No hagas caso de quienes te digan que el mundo es políticamente invivible, que está peor que nunca, que nadie puede pretender llevar una buena vida (éticamente hablando) en una situación tan injusta, violenta y aberrante como la que vivimos. Eso mismo se ha asegurado en todas las épocas y con razón, porque las sociedades humanas nunca han sido nada «del otro mundo», como suele decirse, siempre han sido cosa de este mundo y por tanto llenas de defectos, de abusos, de crímenes. Pero en todas las épocas ha habido personas capaces de vivir bien o por lo menos empeñadas en intentar vivir bien. Cuando podían, colaboraban en mejorar la sociedad en la que les había tocado desenvolverse; si eso no les era posible, por lo menos no la empeoraban, lo cual la mayoría de las veces no es poco. Lucharon -y luchan también hoy, no te quepa duda- por que las relaciones humanas políticamente establecidas vayan siendo eso, más humanas (o sea, menos violentas y más justas); pero nunca han esperado a que todo a su alrededor sea perfecto y humano para aspirar a la perfección y a la verdadera humanidad. Quieren ser los primeros de la buena vida, los que arrastran a los demás, y no los últimos a la zaga de todos. Quizá las circunstancias no les permitan llevar más que una vida relativamente buena, peor de lo que ellos desean... Bueno, ¿y qué? ¿Serían más sensatos siendo malos del todo, para dar gusto a lo peor del mundo y disgusto a lo mejor de sí mismos? Si estás seguro de que entre los alimentos que se te ofrecen hay muchos que están adulterados o podridos, ¿intentarás mientras puedas comer cosas sanas, aún sabiendo que no por ello dejarán de existir venenos en el mercado, o te envenenarás cuanto antes para seguir la corriente mayoritaria? Ningún orden político es tan malo que en él ya nadie pueda ser ni medio bueno: por muy adversas que sean las circunstancias, la responsabilidad final de sus propios actos la tiene cada uno y lo demás son coartadas. Del mismo modo, también son ganas de esconder la cabeza bajo el ala los sueños de un orden político tan impecable (utopía, suelen llamarlo) que en él todo el mundo fuese «automáticamente» bueno porque las circunstancias no permitiesen cometer el mal. Por mucho mal que haya suelto, siempre habrá bien para quien quiera bien; por mucho bien que hayamos logrado instalar públicamente, el mal siempre estará al alcance de quien quiera mal. ¿Te acuerdas? A ésto le venimos llamando «libertad» hace ya no poco rato... Desde un punto de vista ético, es decir, desde la perspectiva de, lo que conviene para la vida buena, ¿cómo será la organización política preferible, aquella que hay que esforzarse por conseguir y defender? Si repasas un poco lo que hemos venido diciendo hasta aquí (temo, ay, que el rollo vaya siendo demasiado largo para que te acuerdes de todo) ciertos aspectos de ese ideal se te ocurrirán en cuanto reflexiones con atención sobre el asunto:
a) Como todo el proyecto ético parte de la libertad, sin la cual no hay vida buena que valga, el sistema político deseable tendrá que respetar al máximo -o limitar mínimamente, como prefieras las facetas públicas de la libertad humana: la libertad de reunirse o de separarse de otros, la de expresar las opiniones y la de inventar belleza o ciencia, la de trabajar de acuerdo con la propia vocación o interés, la de intervenir en los asuntos públicos, la de trasladarse o instalarse en un lugar, la libertad de elegir los propios goces de cuerpo y de alma, etc. Abstenerse dictaduras, sobre todo las que son «por nuestro bien» (o por «el bien común», que viene a ser lo mismo). Nuestro mayor bien -particular o común- es ser libres. Desde luego, un régimen político que conceda la debida importancia a la libertad insistirá también en la responsabilidad social de las acciones y omisiones de cada uno (digo omisiones porque a veces se hace también no haciendo). Por regla general, cuanto menos responsable resulte cada cual de sus méritos o fechorías (y se diga, por ejemplo, que son fruto de la «historia», la «sociedad establecida», las «reacciones químicas del organismo», la «propaganda», el «demonio» o cosas así) menos libertad se está dispuesto a concederle. En los sistemas políticos en que los individuos nunca son del todo «responsables», tampoco suelen serlo los gobernantes, que siempre actúan movidos por las «necesidades» históricas o los imperativos de la «razón de Estado». ¡Cuidado con los políticos para quien todo el mundo es «víctima» de las circunstancias... o «culpable» de ellas! b) Principio básico de la vida buena, como ya hemos visto, es tratar a las personas como a personas, es decir: ser capaces de ponernos en el lugar de nuestros semejantes y de relativizar nuestros intereses para armonizarlos con los suyos. Si prefieres decirlo de otro modo, se trata de aprender a considerar los intereses del otro como si fuesen tuyos y los tuyos como si fuesen de otro. A esta virtud se le llama justicia y no puede haber régimen político decente que no pretenda, por medio de leyes e instituciones, fomentar la justicia entre los miembros de la sociedad. La única razón para limitar la libertad de los individuos cuando sea indispensable hacerlo es impedir, incluso por la fuerza si no hubiera otra manera, que traten a sus semejantes como si no lo fueran, o sea que los traten como a juguetes, a bestias de carga, a simples herramientas, a seres inferiores, etc. A la condición que puede exigir cada humano de ser tratado como semejante a los demás, sea cual fuere su sexo, color de piel, ideas o gustos, etc., se le llama dignidad. Y fíjate qué curioso: aunque la dignidad es lo que tenemos todos los humanos en común, es precisamente lo que sirve para reconocer a cada cual como único e irrepetible. Las cosas pueden ser «cambiadas» unas por otras, se las puede «sustituir» por otras parecidas o mejores, en una palabra: tienen su «precio» (el dinero suele servir para facilitar estos intercambios, midiéndolas todas por un mismo rasero). Dejemos de lado por el momento que ciertas «cosas» estén tan vinculadas a las condiciones de la existencia humana que resulten insustituibles y por lo tanto «que no puedan ser compradas ni por todo el oro del mundo», como pasa con ciertas obras de arte o ciertos aspectos de la naturaleza. Pues bien, todo ser humano tiene dignidad y no precio, es decir, no puede ser sustituido ni se le debe maltratar con el fin de beneficiar a otro. Cuando digo que no puede ser sustituido, no me refiero a la función que realiza (un carpintero puede sustituir en su trabajo a otro carpintero) sino a su personalidad propia, a lo que verdaderamente es; cuando hablo de «maltratar» quiero decir que, ni siquiera si se le castiga de acuerdo a la ley o se le tiene políticamente como enemigo, deja de ser acreedor a unos miramientos y a un respeto. Hasta en la guerra, que es el mayor fracaso del intento de «buena vida» en común de los hombres, hay comportamientos que suponen un crimen mayor que el propio crimen organizado que la guerra representa. Es la dignidad humana lo que nos hace a todos semejantes justamente porque certifica que cada cual es único, no intercambiable y con los mismos derechos al reconocimiento social que cualquier otro. c) La experiencia de la vida nos revela en carne propia, incluso a los más afortunados, la realidad del sufrimiento. Tomarse al otro en serio, poniéndonos en su lugar, consiste no sólo en reconocer su dignidad de semejante sino también en simpatizar con sus dolores, con las desdichas que por error propio, accidente fortuito o necesidad biológica le afligen, como antes o después pueden afligimos a todos. Enfermedades, vejez, debilidad insuperable, abandono, trastorno emocional o mental, pérdida de lo más querido o de lo más imprescindible, amenazas y agresiones violentas por parte de los más fuertes o de los menos escrupulosos... Una comunidad política deseable tiene que garantizar dentro de lo posible la asistencia comunitaria a los que sufren y la ayuda a los que por cualquier razón menos pueden ayudarse a sí mismos. Lo difícil es lograr que esta asistencia no se haga a costa de la libertad y la dignidad de la persona. A veces el Estado, con el pretexto de ayudar a los inválidos, termina por tratar como si fuesen inválidos a toda la población. Las desdichas nos ponen en manos de los demás y aumentan el poder colectivo sobre el individuo: es muy importante esforzarse porque ese poder no se emplee más que para remediar 81 carencias y debilidades, no para perpetuarlas bajo anestesia en nombre de una «compasión» autoritaria. Quien desee la vida buena para sí mismo, de acuerdo al proyecto ético, tiene también que desear que la comunidad política de los hombres se base en la libertad, la justicia y la asistencia. La democracia moderna ha intentado a lo largo de los dos últimos siglos establecer (primero en la teoría y poco a poco en la práctica) esas exigencias mínimas que debe cumplir la sociedad política: son los llamados derechos humanos cuya lista todavía es hoy, para nuestra vergüenza colectiva, un catálogo de buenos propósitos más que de logros efectivos. Insistir en reivindicarlos al completo, en todas partes y para todos, no unos cuantos y sólo para unos cuantos, sigue siendo la única empresa política de la que la ética no puede desentenderse. Respecto a que la etiqueta que vayas a llevar en la solapa mientras tanto haya de ser de «derechas», de «izquierdas», de «centro» o de lo que sea... bueno, tú verás, porque yo paso bastante de esa nomenclatura algo anticuada.
Lo que sí me parece evidente es que muchos de los problemas que hoy se nos presentan a los cinco mil millones de seres humanos que atiborramos el planeta (y el censo sigue, ay, en aumento) no pueden ser resueltos, ni siquiera bien planteados, más que de forma global para todo el mundo. Piensa en el hambre, que hace morir todavía a tantísimos millones de personas, o el subdesarrollo económico y educativo de muchos países, o la pervivencia de sistemas políticos brutales que oprimen sin remilgos a su población y amenazan a sus vecinos, o el derroche de dinero y ciencia en armamentos, o la simple y llana miseria de demasiada gente incluso en naciones ricas, etc. Creo que la actual fragmentación política del mundo (de un mundo ya unificado por la interdependencia económica y la universalización de las comunicaciones) no hace más que perpetuar estas lacras y entorpecer las soluciones que se proponen. Otro ejemplo: el militarismo, la inversión frenética en armamento de recursos que podrían resolver la mayoría de las carencias que hoy se padecen en el mundo, el cultivo de la guerra agresiva (arte inmoral de suprimir al otro en lugar de intentar ponerse en su lugar)... ¿Crees tú que hay otro modo de acabar con esa locura que no sea el establecimiento de una autoridad a escala mundial con fuerza suficiente para disuadir a cualquier grupo de la afición a jugar a batallitas? Por último, antes te decía que algunas cosas no son sustituibles como lo son otras: esta «cosa» en que vivimos, el planeta Tierra, con su equilibrio vegetal y animal, no parece que tenga sustituto a mano ni que sea posible «comprarnos» otro mundo si por afán de lucro o por estupidez destruimos éste. Pues bien, la Tierra no es un conjunto de parches ni de parcelas: mantenerla habitable y hermosa es una tarea que sólo puede ser asumida por los hombres en cuanto comunidad mundial, no desde el ventajismo miope de unos contra otros. A lo que voy: cuanto favorece la organización de los hombres de acuerdo con su pertenencia a la humanidad y no por su pertenencia a tribus, me parece en principio políticamente interesante. La diversidad de formas de vida es algo esencial (¡imagínate qué aburrimiento si faltase!) pero siempre que haya unas pautas mínimas de tolerancia entre ellas y que ciertas cuestiones reúnan los esfuerzos de todos. Si no, lo que conseguiremos es una diversidad de crímenes y no de culturas. Por ello te confieso que aborrezco las doctrinas que enfrentan sin remedio a un os hombres con otros: el racismo, que clasifica a las personas en primera, segunda o tercera clase de acuerdo con fantasías pseudocientíficas; los nacionalismos feroces, que consideran que el individuo no es nada y la identidad colectiva lo es todo; las ideologías fanáticas, religiosas o civiles, incapaces de respetar el pacífico conflicto entre opiniones, que exigen a todo el mundo creer y respetar lo que ellas consideran la «verdad» y sólo eso, etc. Pero no quiero ahora empezar a darte la paliza política ni contarte mis puntos de vista sobre todo lo divino y lo humano. En este último capítulo sólo he pretendido señalarte que hay exigencias políticas que ninguna persona que quiera vivir bien puede dejar de tener. Del resto ya hablaremos... En otro libro. 

También las diferencia Schopenhauer: "El Estado no debe fomentar la moralidad, sino limitarse a prevenir las malas acciones de sus ciudadanos mediante la amenaza de castigos, de esa manera velará por la justicia creando y aplicando un ordenamiento jurídico coercitivo. ... Tener que vivir rodeado de semejantes (semejantes que a la vez nos son tan extraños) nos obliga a reconocer... que el único remedio contra la injusticia es que todos renunciemos al goce obtenible mediante su comisión, y cuyo medio más efectivo es el pacto social o ley. Por ello, ética y política no encierran el mismo cometido: mientras que la primera se ciñe al obrar justo o injusto, proponiéndose como cuestión a responder cómo ha de actuar el hombre para ser justo, la ciencia política y la teoría legislativa han de centrarse sin más en el padecimiento de la injusticia. De este modo, la ética indaga nuestra intención, la voluntad del sujeto agente; por su parte, al Estado no le preocupa nuestra disposición de ánimo, sino más bien la acción, lo que acontece finalmente, es decir, el suceso potencialmente condenable." (C. J. Glz. Serrano)

En cambio, la identificación idealista entre ética y política ha predominado históricamente, al menos en las proclamaciones idealistas, interpretando cualquier desviación de la política del ideal moral como un vicio, una corrupción o una fragilidad humana, más o menos evitable o disculpable, pero siempre errónea.

En la Grecia antigua, la ideología oligárquica-aristocrática, justificada en las tradiciones heroicas homéricas, consideraba que el liderazgo político "natural" correspondía a hoi aristoi (οἱ ἄριστοι -"los mejores"-), que obviamente no pueden ser una mayoría, sino una minoría, la élite dominante, en la que se daba junta, y se heredaba (mediante la sangre y la crianza), el mérito militar, la capacidad de dirección política y la riqueza. Las alteraciones de ese orden sociopolítico tradicional, especialmente las que pretendían equiparar a hoi polloi (οἱ πολλοί -"los muchos"-) frente a hoi oligoi (οἱ ὀλιγοί -"los pocos"-) eran vistas como una subversión del propio orden moral, que sólo podría provenir de hoi kakoi (οἱ κακοί -"los malos"-).

Se prudente y no busques honores, éxitos ni riquezas mediante
acciones deshonrosas ni injustas.
Convéncete de ello; y no trates con hombres viles,
sino está siempre unido con los buenos;
bebe y come con aquellos, reúnete con aquellos
y sé grato a aquéllos cuyo poderío es grande.
(...). Ninguna ciudad, oh Cirno, han arruinado aún los hombre de bien;
mientras que cuando los malvados se deciden a mostrar su insolencia,
corrompen al pueblo y dan las sentencias a favor de los injustos
para buscar ganancias y poderío propio, no esperes que esa ciudad,
aunque ahora esté en la mayor calma, permanezca tranquila
por mucho tiempo una vez que los malvados
se aficionen a las ganancias con público perjuicio.
De esto nacen las luchas civiles, las matanzas de ciudadanos
y los tiranos: ¡Ojalá no dé su voto a nada de ello esta ciudad!
(...). Un hombre leal es digno de ser pesado con oro y con plata,
oh Cirno, en las terribles luchas civiles.

Teognis, Elegías (Ἐλεγεῖα), Libro I, versos 31-78

http://es.wikipedia.org/wiki/%C3%89poca_Arcaica

La ideología justificativa del feudalismo, y el papel del miles Christi ("caballero cristiano") era muy similar (ciclo artúrico).
http://es.wikipedia.org/wiki/Miles_Christi

If we want to draw conclusions about ethics—as well as make predictions about what a given person or society will do in the future—we cannot ignore human intentions. Where ethics are concerned, intentions are everything. (Sam Harris, The Limits of Discourse - As Demonstrated by Sam Harris and Noam Chomsky) As I’ve discussed for many years, in fact decades, benign intentions are virtually always professed, even by the worst monsters, and hence carry no information, even in the technical sense of that term.  That’s quite independent of their “sincerity,” however we determine that (Noam Chomski, ídem). La referencia para encontrar este debate procede de La incómoda vigencia del «nuevo ateísmo», en Jot Down, 22 de diciembre de 2015, E.J. Rodríguez.

El fundamento de la moral no puede ser únicamente la razón, como se está comprobando en la construcción de las inteligencias artificiales. En realidad, lo que llamamos "razón" es algo mucho menos "universal" que lo que pretendían los "desacralizadores". Posiblemente haya un sentido moral innato, resultado de una adaptación evolutiva como especie, y que en cada una de las sociedades humanas se ha ido desarrollando por evolución cultural; inicialmente puede tener que ver con los conceptos de "lo limpio y lo sucio" y está inseparablemente unido con lo religioso (véase religión y política).

Michael Ruse: La moralidad es una ilusión colectiva de los genes. Necesitamos creer en la moralidad y, por tanto, gracias a nuestra biología, creemos en la moralidad. No hay fundamento “ahí fuera” más allá de la naturaleza humana. (Citado por Pablo Malo, Evolución y neurociencias - El fin de la moralidad).


https://www.educa2.madrid.org/web/recursostic/etica-y-ciudadania4 (deja ver el índice de las unidades, pero no el contenido)

http://recursostic.educacion.es/secundaria/edad/4esoetica/index.htm (es lo de CIDEAD, viene con 12 unidades, con contenidos, ejercicios, autoevaluación y bibliografía)

http://www.xtec.cat/~lvallmaj/sumpass2.htm ("Un PASEO principal en el que encontramos TEMAS básicos de filosofía, historia de la filosofía y ética. También, ejercicios diversos que podemos intentar resolver.")
http://www.xtec.cat/~lvallmaj/passeig/etimora2.htm Étíca y moral, con test


https://4esoeticapalas.blogspot.com/ Blog de Jesús Palomar (19 entradas con temas de Ética, otras con temas de Filosofía)
https://4esoeticapalas.blogspot.com/2020/10/tema-1-introduccion-la-etica.html
https://4esoeticapalas.blogspot.com/2020/10/tema-2-etica-libertad-y-responsabilidad.html
https://4esoeticapalas.blogspot.com/2021/01/tema-3-etica-y-prudencia.html
https://4esoeticapalas.blogspot.com/2021/01/tema-4-platon-la-felicidad-y-el.html (... equilibrio interior)
https://4esoeticapalas.blogspot.com/2021/04/tema-5-epicuro-la-felicidad-y-el-placer.html (pone 5 Aritóteles y el buen carácter)
https://4esoeticapalas.blogspot.com/2021/04/tema-6-epicuro-lafelicidad-y-el-placer.html
https://4esoeticapalas.blogspot.com/2021/05/tema-7-los-estoicos.html
https://4esoeticapalas.blogspot.com/2021/12/tema-8-la-escuela-cinica.html
https://4esoeticapalas.blogspot.com/2022/01/tema-8-la-etica-de-kant.html (pone 9 la ética de Kant)
https://4esoeticapalas.blogspot.com/2022/01/es-una-teoria-etica-muy-cercana-al.html (pone 10 el utilitarismo)
https://4esoeticapalas.blogspot.com/2022/01/tema-11-el-fin-y-los-medios.html
https://4esoeticapalas.blogspot.com/2022/01/tema-12-lademocracia-ateniense.html
https://4esoeticapalas.blogspot.com/2022/01/tema-13-la-politica-de-platon.html
https://4esoeticapalas.blogspot.com/2022/02/tema-14-nla-politica-de-aristoteles.html
https://4esoeticapalas.blogspot.com/2022/03/tema-15-la-filosofia-politica-de-thomas.html (... Hobbes)
https://4esoeticapalas.blogspot.com/2022/03/tema-16-la-filosofia-politica-de.html (... Rousseau)
https://4esoeticapalas.blogspot.com/2022/04/tema-17-la-filosofia-politica-de-j-locke.html
https://4esoeticapalas.blogspot.com/2022/04/tema-17-democracia-moderna.html (pone 18 ¿Democracia moderna?)
https://4esoeticapalas.blogspot.com/2022/04/tema-19-sistemas-politicos-modernos.html



Véase también Economía moral de la multitud, Filosofía y política, Civilización-Buen salvaje, Comunidad-Bien Común, Justicia, Valores-Principios, Libertad-Derechos y deberes