viernes, 29 de julio de 2022

Cuando oigo esta palabra, echo mano a la pistola

 Cultura / Aculturación


"... es un capricho, sádico e innecesario. Solo para calmar instintos asesinos. Mi opinión." (Sergio García Torres, director general de derechos de los animales, citado en Jara y Sedal). Se refiere a la caza, pero podría referirse a los toros, al deporte, a la religión, a la escuela... Perfectamente puede referirse a la cultura.

Cultura es lo opuesto a naturaleza. Es lo que se cultiva en vez de dejar que siga su curso natural (por ejemplo, la agri-cultura es el cultivo del agro, por oposición a la mera recolección de lo que surja espontáneamente, como las setas en un bosque). La evolución cultural supera las posibilidades de la evolución biológica y permite a los grupos humanos mantener y transformar su identidad. La cultura material está formada por los productos, el resto (puede denominarse "cultura espiritual" si no se tiene miedo al adjetivo) se comunica mediante el lenguaje (oral, corporal o escrito), los usos y costumbres, las instituciones... y constituye la ideología. A pesar de que a veces se usan de forma indistinta, conviente diferenciarlo del concepto "civilización".

La aculturación es la imposición de la cultura de un grupo en otro. No es necesaria la sustitución física del grupo aculturado, aunque se utilizan expresiones muy violentas, como "genocidio cultural" o "etnocidio". Es muy posible que en muchos casos lo que se produzca sean verdaderos "etnosuicidios": el abandono de una lengua y una cultura que no se consideran valiosas por sus poseedores, en beneficio de las más prestigiosas. Así se produjo la helenización, la romanización, la arabización...

La consideración de que los rasgos diferenciales de cada cultura  no son superiores ni inferiores a los de otras se conoce como "relativismo cultural".

Cuando oigo la palabra "cultura", echo mano a la pistola (apócrifamente atribuida a Göring, es de Schlageter de Hanns Johs, una obra teatral nazi de 1933)

Cultura, no valores: todos los presidentes estadounidenses posteriores a la Segunda Guerra Mundial, incluso Richard Nixon, han considerado que su función era la de defender determinados valores universales. A los críticos con EEUU les ha resultado fácil señalar incoherencias, e hipocresía ocasional, en la defensa de la democracia y de los derechos humanos por parte de Washington. Pero el compromiso verbal era una parte esencial de la estrategia estadounidense.Trump, en cambio, ha mostrado muy poco interés en promover la democracia o los derechos humanos. Su concepción de Occidente no se basa en derechos compartidos, sino en la cultura o, incluso, la raza. Esto lleva a su preocupación por controlar la inmigración, que cree que es la verdadera amenaza para Occidente. Reiteró esta visión en su actual viaje a Europa, exponiendo que la inmigración es "muy mala para Europa, está cambiando la cultura". Gideon Rachman, La doctrina Trump: coherente, radical y equivocada (Financial Times-Expansión, 18 de julio de 2018)

Estamos en un tiempo en el que las cuestiones relacionadas con las identidades, las culturas nacionales y la soberanía están en auge. En este contexto, Pew Research ha preguntado a los ciudadanos europeos quiénes consideran que su cultura es superior a otras. En Europa occidental los más orgullosos son los noruegos (58%), seguidos de italianos (47%) y alemanes (45%). Algo más abajo están franceses (36%) y holandeses (31%). Cierran la lista suecos (26%) y españoles (20%). A destacar las diferencias entre noruegos y suecos. Sin embargo es en el Este donde se encuentran los pueblos más convencidos de su superioridad. Destacan muy por encima los griegos (89%), georgianos (85%) y armenios (84%). A cierta distancia, pero con valores muy superiores a los occidentales, se encuentran los rusos (69%), búlgaros (69%), rumanos (66%) y serbios (65%). Les siguen polacos y checos (ambos 55%). Sorprendentemente húngaros (46%) y croatas (44%) están por debajo de algunos valores occidentales, como el de los italianos (47%). También destacan los valores “más occidentales” de los pueblos bálticos: letones (38%), lituanos (37%) y estonios (23%). Es indudable que afectan tanto circunstancias históricas, como políticas y culturales. Pero cabe destacar que son los países de tradición ortodoxa los que más consideran su cultura como superior, frente a la Europa de tradición protestante o católica. (Electomanía, Los griegos perciben su cultura como superior. Los españoles, menos, 18 de julio de 2018).

https://en.wikipedia.org/wiki/Culture#Early_modern_discourses (Kültur como forma colectiva de Bildung -Herder, por oposición a Kant-). La antítesis Kultur y Zivilisation en Norbert Elias y Thomas Mann

La acepción moderna más frecuente del término “cultural” es la designación de todo aquello que tiene valor normativo dentro de un determinado grupo social. El término se introdujo en la mayoría de las lenguas europeas a través del alemán (Kultur), aunque sus orígenes lingilísticos se encuentran en el ámbito de las prácticas religiosas —el término latino cultus— y en el de la agricultura —el francés culture—. ... en un tiempo “Kultur” competía dentro de un trío del que formaba partejunto a Civilization y Bildung. Los tres implicaban un cierto grado de excelencia social, política, artística o moral estimado en términos históricos. Ser una persona “culta” implicaba (como aún hoy lo hace para muchas personas) el conocimiento de las artes y de las ciencias y la capacidad de manejar con habilidad los usos sociales, ser “educado”, “civil”, etc. Hacia finales del siglo XIX el sentido de los términos Civilization y Kultur se había escindido, mientras que Bildung no había llegado a adquirir ningún significado de carácter general más allá de la lengua alemana. Durante la mayor parte del siglo XVIII, sin embargo, civilización y cultura se consideraron inseparables. Existían diferencias de matiz entre los dos términos, pero ambos eran, esencialmente, lo opuesto a “barbarie”. (Hasta mediados del siglo XIX, gran parte de lo que hoy llamaríamos “Cultura” se asimilaba a una categoría diferente: lo que en francés se denominaba “l’esprit” o más directamente “las costumbres”...) Una persona culta o civilizada era aquella que era amable, educada, refinada. Pero, para serlo, la persona debía ser también “ilustrada”, y la Ilustración (Auflkarung) era, según la famosa definición kantiana, el “valor de conocer tu propia razón”. ... “Cultura es la producción en un ser racional de una aptitud destinada a cualquier fin de su propia elección”, escribía Kant, “y, en consecuencia, de ser en su libertad”. “Civilización” se asociaba de un modo muy similar con este tipo de emancipación moral e intelectual. “Emancipación” escribía Diderot en 1780, o lo que es lo mismo con otro nombre, civilización, es una tarea larga y ardua” (Anthony Pagden, Cultura y Civilización: Reflexiones sobre la historia de las ciencias humanas, Revista de Antropología Social, 1995)

Juande González, El verdadero combate de la cultura (respuesta a Ernest Urtasun), Vozpopuli, 10/12/2023: 
“Tu culo, como mi parálisis, forma ya parte de la cultura de este país”, le dice Paco Rabal a Loles León en Átame (1989). De esta forma, Pedro Almodóvar se burlaba de un tópico muy de la época que reducía la cultura a un sello de prestigio. Con frecuencia, aparecían portavoces que reclamaban para el voleibol, el punto de cruz o las sardinas en lata, los galones de lo cultural. Por líneas de guion como ésta, con esa inclinación irónica tan de la época, Almodóvar forma ya parte de la cultura de este país. La interpreté entonces y la interpreto ahora como que no hay nada menos interesante para un creador que definir los límites de la cultura.

Ernest Urtasun, nuevo ministro de la cosa, ha afirmado con tono fundacional que la cultura está para combatir a la ultraderecha. El carácter instrumental de esta definición impide entender las pinturas de Altamira y la Capilla Sixtina. Además, como ha señalado Alberto Olmos, supone que, una vez alcanzado el objetivo, el instrumento dejará de ser necesario. Naturalmente, esa paradoja es la que ilumina lo que realmente quiere decir Urtasun: que la cultura está para mantener viva a la ultraderecha.

Escribo estas líneas bajo el impacto de la crítica que Luis Martínez ha publicado en El Mundo acerca de Sobre todo de noche, película de ficción cuya trama parte del caso de un bebé robado y entregado a otra familia durante el franquismo. “Poética y política”, la califica Martínez. “Último milagro del cine español”, añade. Milagroso es que en sus quinientas palabras no haya encontrado hueco para señalar que lo de los bebés robados es un bulo, algo que advirtió hace años Arcadi Espada y que ya cuenta, incluso, con la credencial progresista que concede El País. Poética no lo sé, porque no la he visto, pero política seguro, en su sentido más arrastrado: el de la propaganda. La ultraderecha no ha muerto, sigue entre nosotros, el ministerio de Cultura aprueba este mensaje.

En realidad, Urtasun no funda nada, ningún dogmático lo hace, salvo el primero. Desde hace tiempo existe un sello del ministerio de Cultura que bendice a algunas películas como “especialmente recomendadas para el fomento de la igualdad de género”. No le niego la utilidad, a mí me ayuda a elegir qué película ver: si tiene el sello, la descarto. No parece probable que Átame, que cuenta la historia de amor y odio entre una mujer y un hombre que la secuestra y agrede, pudiera obtener hoy el salvoconducto feminista. Irónicamente, cuando se estrenó en Estados Unidos, el comité correspondiente clasificó la película en la categoría X, lo que motivó en España críticas al puritanismo yanqui.

No se trata sólo de que el puritanismo haya cambiado de bando, sino de que el supuesto carácter combativo de la cultura es ya una verdad inerte, desactivada, fósil. La película combativa de hoy sería la que indagara sobre el cataclismo vital que tiene que sacudir a una persona para convencerse de que sus padres adoptivos pagaron por arrancarla de los brazos de su madre biológica; sobre unos medios de comunicación e instituciones que proporcionaron un relato político; y sobre cómo lidiar ahora con el desengaño. El problema es que el sistema cultural español no es capaz de alumbrar una obra como ésta -salvo, quizás, en los márgenes a los que antes se relegaba a las películas X- porque está muy ocupado manteniendo viva a la ultraderecha.

En realidad, si la cultura es un combate, no debería comparecer en batallas menores. Lo que hay que pedirle al artista es una creatividad técnica que le permita ampliar las posibilidades de su disciplina y una mirada que le lleve a descubrir lo que nadie ve. José Jiménez Lozano tiene un poema en el que da la vuelta al dicho “mala hierba nunca muere”. Si nunca muere, seguirá creciendo allí donde estemos enterrados cuando ya nadie cuide nuestras tumbas, recordando al mundo que un día estuvimos vivos: ¡Qué tarde vas a comprender que este / cardo, y magarza y los yerbajos, / el llantén, la grama, las malvas, / el saúco son el amor eterno! El combate de la cultura es contra la fealdad, contra la mentira y contra la muerte. O, puesto en positivo, a favor de la belleza, la verdad y la vida. Ponle un sello a esto, Urtasun. 

Véase también Identidad, Civilización, Filología y política, Educación y política, Roma-Romanización, Grecia-Helenización, Religión y política (cristianismo)-Cristianización, Religión y política (islam)-Islamización, Imperialismo, Valores

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