Existe un subgénero cinematográfico, no demasiado tratado, pero útil para reflejar las relaciones sociales, la condición humana y las opciones morales, que se basa en la explotación intensiva de un recurso narrativo y visual: encerrar a un limitado número de personajes en "una sala" o un espacio similar que defina un entorno claustrofóbico. Con ello se reproducen a escala, en un microcosmos, los mismos fenómenos que se producen en el macrocosmos social, pero simplificados e intensificados. Su popularización es el formato televisivo "Gran Hermano" ("Big Brother", desde 1999). En psicología, sociología y antropología es el objeto de famosos y cuestionados experimentos, como el llamado "experimento de Stanford" de 1971, en que se monitorizó el comportamiento durante varios días de un grupo de voluntarios que "hacían de presos" y otros que "hacían de guardianes"; las navegaciones de Thor Heyerdal y Santiago Genovés (Ra I y Ra II, 1970, Acali, 1975 -la Kon Tiki de 1949 fue en solitario-), o el proyecto "Biosfera 2" (1991-1993), enfocado a la exploración espacial.
Náufragos (Alfred Hitchcock, 1944) -los supervivientes conviven en un bote salvavidas-.
Doce hombres sin piedad (dos películas, de 1957 y 1997), basadas en el telefilm de Reginald Rose, 1954 (se hicieron dos adaptaciones en Televisión Española, 1961 y 1973) -deliberación de un jurado en un caso de asesinato-.
El ángel exterminador (Luis Buñuel, 1962) -los comensales no parecen poder abandonar el comedor, pero no hay obstáculos físicos-.
Asesinato en el Orient Express (dos películas, de 1974 y 2001), basadas en la novela de Agata Christie de 1934. -El subgénero que se centra en la resolución de un misterio detectivesco tiene entre sus convenciones la resolución dramática en una reunión de todos los sospechosos en una habitación, o compartiendo una cena -La cena de los acusados (The Thin Man), W.S. Van Dyke, 1934, basada en una novela de Dashiell Hammett-
The Cube (Vicenzo Natali, 1997), con varias secuelas -distopía y ciencia ficción-.
Das Experiment (Oliver Hirschbiegel, 2001), basada en el experimento de Stanford.
El método (Marcelo Piñeyro, 2005), basada en la obra de teatro "El método Gronholm", de Jordi Galcerán -prueba de selección para elegir entre varios candidatos quién ocupará un puesto de directivo en una multinacional-.
Exam (Stuart Hazeldine, 2009), basada en "el método".
La habitación de Fermat (Luis Piedrahita, 2007) -juegos lógicos-.
La trampa del mal (Erick Dowdel, 2010) -de posesiones diabólicas en un ascensor-.
Otros géneros o subgéneros cinematográficos, más comunes, comparten algunos rasgos: el cine carcelario (o el de campos de concentración), el cine de asedios, el cine de secuestros (o de atracos que degeneran en secuestros), el cine de naufragios, el cine de singladuras náuticas (o subnáuticas, o astronáuticas), etc. El máximo de la claustrofobia lo representa el telefilm La cabina (Antonio Mercero, 1972), pero en este caso es una sola la persona encerrada, lo que modifica las posibilidades de interacción. Es paradójico que las películas sobre cónclaves no plantean ambientes cerrados, sino abiertos visual y narrativamente (Las sandalias del pescador, Ángeles y demonios).
Rebelión a bordo o El motín del Bounty (hasta cinco películas entre 1916 y 1984).
La gran evasión (John Sturges, 1963).
Infierno en el Pacífico (John Boorman, 1968).
Solaris (hasta tres películas entre 1968 y 2002, basadas en una novela de Stanislaw Lem de 1961).
Tarde de perros (Sidney Lumet, 1975).
Funny Games (Michael Hanecke, 1997).
La habitación del pánico (David Fincher, 2002).
Una mítica escena del spaghetti western El bueno, el feo y el malo (Sergio Leone, 1966) ha sido tomada como ejemplo de "truelo", un problema lógico de la teoría de juegos que implica el enfrentamiento, sin posibilidad de eludirlo, de tres duelistas de diferentes habilidades.
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